Sesenta años después, la frase atribuida a Martín Adán, al enterarse del golpe de estado encabezado por el general Manuel Odría, vuelve a cobrar sentido. El descabezamiento de la experiencia de Perú. 21, liderada por Augusto Álvarez Rodrich, nos regresa a la normalidad del periodismo peruano.
Perú.21 representaba en el país la avanzada de una definición moderna de la empresa periodística, bastante distinta a la tradicional. El primer rasgo de esa definición consiste en concebir la empresa periodística como negocio autónomo; esto es, dejar de ser medio auxiliar o instrumento de apoyo de intereses políticos o económicos posicionados principalmente en otras esferas de actividades –agropecuarias, industriales, financieras o comerciales–, como es típico de la definición tradicional del negocio periodístico, que lo subordina a otros fines.
La razón de éxito de una empresa periodística como fue la conducida por Álvarez Rodrich está cifrada en su capacidad de competir eficientemente en la tarea de obtener, procesar y transmitir información objetiva y opinión plural, y no en la de respaldar eficazmente determinados intereses económicos o políticos. Ese cometido requiere, conforme se ha probado en este caso, que la empresa periodística deje de ser una tarea familiar y, conforme exige la organización de una empresa moderna, a los efectos de reclutar personal y directivos se guíe por criterios basados en el mérito y las capacidades profesionales en periodismo.
Esa opción de autonomía como negocio y de modernización como organización empresarial –que en varios países latinoamericanos ha ido produciendo el surgimiento de nuevos medios, la renovación completa de otros y el decaimiento o la desaparición de algunos tradicionales– no hubiera sido posible de no existir un contexto internacional que lo ha propiciado y, en ocasiones, forzado. En todo el mundo, la comunicación se ha desarrollado de un modo espectacular en las últimas décadas y las empresas eficazmente dedicadas a este negocio han cobrado un peso que hace unas décadas hubiera sido inimaginable. La transformación tecnológica ha hecho posible la aparición, desde el mundo de la comunicación, de protagonistas de primera importancia: los medios de comunicación son parte de la noticia misma, en el sentido de que, en apreciable medida, los hechos sociales son tales o importan en la medida en que alcanzan lugar en los medios. Esa evolución de la comunicación en el mundo ha inducido un proceso de cambio acelerado en los medios de comunicación latinoamericanos, que han debido transformarse para desarrollar el nuevo papel. En un contexto de crisis en otras instituciones, algunos de estos medios han asumido cierto protagonismo a través del desempeño de sus nuevas tareas y han logrado un respaldo ciudadano notablemente mayor al de otras actividades. Ése fue el caso de Perú.21.
Y lo fue, pese a que la trayectoria del Perú, en las últimas décadas, ha conocido aires más bien malsanos. El periodo de los medios de comunicación “parametrados”, en la década de los años setenta, y la siniestra innovación de la compra –o, más bien, el alquiler– de diarios, televisión y radio en los años noventa han dejado una huella profunda en la tradición de hacer periodismo. La corrupción periodística existió siempre, bajo forma de lunares y la denominación de “mermelada”, en la jerga del gremio. Pero el sometimiento sistemático y permanente a los dictados del poder, mediante la publicidad, el chantaje o la coima directa, ha envilecido a los medios peruanos de una forma que carece de precedentes. Este encanallamiento no es sólo parte de nuestras vergüenzas históricas; dista de haber concluido. Lo demuestra tanto la línea editorial e informativa de algunos medios como lo recién ocurrido con Perú.21.
Ciertamente, la decapitación de este diario no es el primer caso en el que una experiencia periodística resulta bruscamente interrumpida por decisión de quienes tienen el poder de hacerlo. Muchos hemos pasado por trances similares. Lo distinto de Perú.21 con Augusto Álvarez Rodrich fue la solidez que alcanzó el producto, su afianzamiento en tiraje y publicidad, y el impacto que logró en términos de opinión pública. Para tales logros, en los cimientos del diario, prevaleció una notable pluralidad de opinión que, sin embargo, no fue contaminada por quienes defienden desfachatadamente la inmoralidad en los asuntos públicos. En eso, el director fue inflexible.
La cancelación de la experiencia exitosa de Perú.21 corresponde a esa intolerancia de los que mandan, que se ha mostrado una y otra vez en la historia nacional para cercenar lo nuevo y lo distinto. Intolerancia con quien piensa de otra forma, con quien disiente de la verdad oficialmente proclamada, con aquél que se atreve a pensar que las cosas pueden ser encaminadas de una manera diferente a como son manejadas por los “de arriba”. Es cínico decir, a falta de otra excusa, que la decapitación de Perú.21 se ha hecho en búsqueda de pluralidad. La verdad es exactamente la contraria.
Precisamente, porque era exitoso, los que mandan decidieron que era hora de concluir con este esfuerzo. Si bien el final de esta experiencia es de lamentar, que un Perú.21, libre al informar y plural al opinar, haya subsistido algo más de seis años es de celebrar. Significa que, como empresa, en el Perú de hoy y pese a todo, un esfuerzo así es viable, sobre todo porque tiene audiencia. Y que sólo ha podido ser segado, como otros esfuerzos innovadores, por una decisión de los dueños, partícipes ahora de maniobras del poder que, por cierto, nada bueno traerán al país.
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Hace 2 horas
4 comentarios:
Esta es la crata que he dirigido a los señores de El Comercio en relación al tema y el nuevo estilo del diario.
Por supuesto que no la han publicado.
Carlos Saavedra
Estimados señores:
Cuando se informó de los cambios efectuados en la jefatura de un diario tan importante como El Comercio, y que ésta había recaído en una personalidad tan prestigiosa como la del Dr. Francisco Miró Quesada Rada, pensé que los aires de renovación que se vendrían con el cambio serían muy positivos, dada la reconocida trayectoria de su nuevo jefe. Pero, aún cuando han transcurrido pocos días para hacer un enjuiciamiento definitivo, creo que hay hechos que inducen a pesimismo.
En principio, no parece de muy buen gusto ni de mucha objetividad que el Consejo de Asesores, o como se llame, haya sido copado exclusivamente por miembros de la familia Miró Quesada, excluyendo a otras personalidades de reconocida valía. Luego, el retiro forzado de Fernando Ampuero por el tema de los petroaudios -como el propio Ampuero ha informado- respecto a si debían publicarse o no, haciendo primar el criterio de la "defensa de la gobernabilidad" para obviar su publicación antes de que lo hiciera Canal 4.
Bajo ese criterio, señores, tampoco se habría difundido el video Montesinos-Kuori y habríamos tenido Fujimori para rato. A ello se agrega la salida -claro que muy diplomática y con grandes elogios para el despedido- del Director de Perú 21, Augusto Alvarez Rodrich. Y, finalmente, la forma como están destacando los "logros"· de Magaly Medina, levantando su imagen, cuando lo mejor que deberían hacer es tenderle un piadoso manto de olvido, por razones estrictamente asépticas.
Es decir, un poco más y devienen en un periódico farandulero más, esos de a china que dice Tongo.
Ya estoy extrañando El Comercio de antes.
Y lo digo con toda la mejor intención del mundo
Carlos Saavedra Lobato
DNI 10222964
me parece lamentable que nadie se haya enterado de lo sucedido, me parece deplorable la situación en la que se encuentra el periodismo al no comentar sucesos como este que claramente atentan contra la libertad de expresión (más aún con un diario como Peru.21, el único que compraba y, además, LEIA); pero me parece bastante utópico, y por ende estúpido, pensar que las reacciones de la prensa serían diferentes. Todos ahora caminan sobre huevos y nadie comenta la salida de AAR. Lo unico que le creo al Peru.21 ahora es El Otorongo.
Felicito la inciativa de ustedes y que se corra la voz. Podrá no haber periodico, pero siempre habrá periodistas.
Saludos,
Diego Pereira
Es increíblemente cierto, otra vez en la normalidad. Ha sido un camino interesante el que ha seguido un medio de prensa como el ahora difunto en las vías del profesionalismo, la seriedad y los principios decentes. Y aunque no me parezca que los muertos nunca puedan ser malos, es imposible dejar de notar estas con pena cuando la labor tanática la ejercen los que a los buenos no quieren.
Para la elaboración de una encuesta inquisitiva un ignorantísimo estudiante de periodismo sanmarquino se atreve a realizar a varios expertos en el análisis de los acontecimientos del Perú, a nivel macro o micro, económica, política, social, psicológica, ambiental o culturalmente, un par de preguntas simples- por dos motivos: obtener respuestas contundentes y no desgastar en disquisiciones gratuitas el talento de los que generosamente deseen participar – sobre el futuro del país como nación.
Desde su campo, cada persona puede responder de forma sencilla a:
¿Cómo afronta el Perú el siglo XXI? ¿Cómo aprovechamos las oportunidades internacionales o internas para el desarrollo?
¿Históricamente cuál fue la mejor propuesta abandonada para la implementación de un proyecto nacional de desarrollo?
¿Cuál es, en este momento, la mejor propuesta que no se debe dejar pasar?
Existe una nueva clase de peruano que surge en Lima como resultado del proceso de mezcla étnica y social ¿cuál es su rol en esta construcción del país?
si desean participar, pueden enviar las respuestas a: pedreyna@hotmail.com
Pedro Reyna Tena DNI 45917287
UNMSM 07030057
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