No me refiero al diálogo entre responsables políticos, sino entre nosotros, los sufridos electores que, desde el 10 de abril, no pocas veces nos vemos involucrados en airadas discusiones en torno a la segunda vuelta, con resultados con frecuencia lamentables para nuestras relaciones familiares y amicales.
Antes que nada, no olvidemos que, en estas elecciones, un gran número de nosotros pertenecemos al muy numeroso grupo de los “Atrapados sin salida”. Sea cual fuere la decisión que vayamos a tomar, no somos ni humalistas, ni fujimoristas, ni “neohumalistas”, ni “neofujimoristas”. Que nuestra ira no nos confunda respecto a la identidad de nuestros interlocutores.
En segundo lugar, tengamos también muy presente que existe la posibilidad (sí pues, aunque nos parezca aberrante e inconcebible), de que podamos estar equivocados, parcial o totalmente, y de que nuestro interlocutor tenga razón. Es una actitud sana, social y personalmente; en éste último aspecto, porque es una muestra de equilibrio mental y porque también incide en nuestro sistema nervioso; tiene efectos relajantes comprobados. No es tan dramático equivocarse, menos aún cuando se trata del futuro y de predicciones muchas veces ominosas.
Si en una discusión nos quedamos sin argumentos frente a los razonamientos del interlocutor, evitemos salir del paso con insultos, declaraciones grandilocuentes e indignadas o piruetas verbales que, detrás de un tono jocoso, tienen la intención de herir o de burlarse, como una manera de hacer olvidar y de no admitirse a sí mismo, que nuestro interlocutor expuso mejores razones. Es posible que esto último se haya debido sólo a que nosotros estábamos más ofuscados y alterados mientras que nuestro interlocutor, por el contrario, estuvo más sereno. Tomemos esa situación como una oportunidad para meditar. No dejemos que nuestro orgullo o nuestra inseguridad nos hagan insoportable la idea de “perder” una discusión. Siempre podemos aprender algo nuevo y, ciertamente, ello se dará en conversaciones alturadas y en base a fundamentos que, nos convenzan o no, de todos modos siempre nos enriquecerán.
1 comentario:
Absolutamente de acuerdo contigo, he podido observar como la pasión en unos o el odio en otros ha logrado alterar las conversaciones ó discusiones políticas en peleas e insultos sólo porque uno de nosotros pensamos diferente. A la hora de votar cada uno decidirá si lo hace por convicción, ilusión, conveniencia o pragmatismo, Y debemos aceptar los resultados con la esperanza de q todo pueda ser mejor y solo el tiempo nos dirá si tuvimos razón o no.
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