Han ganado la municipalidad y el gobierno regional de Lima Metropolitana, Susana Villarán, Fuerza Social y la coalición de partidos que la apoyaron. Han conquistado el segundo núcleo de poder político de la sociedad peruana.
Es una victoria entregada en bandeja de plata por el pueblo de Lima, que ha ejercido su derecho democrático a decidir quién lo gobierna, y que ha elegido a una alcaldesa que va a gobernar para todos, para los hijos y los nietos de todos, con verdad y con honestidad.
Ha ganado la izquierda democrática, la izquierda moderna, la izquierda liberal, como lo ha repetido hasta el cansancio la candidata a lo largo de esta intensa campaña. Es democrática porque no excluye a nadie, porque defiende el interés público, el interés general, en especial de los más necesitados, y no los intereses particulares y de grupo. Es moderna porque cree en el mercado y en un Estado eficiente, en la relación virtuosa entre el mercado y el Estado, cree en la ciencia, la tecnología, la innovación y el emprendedorismo, como fuentes del crecimiento y de creación de riqueza, cree en la inversión privada, nacional y extranjera, cree en la regulación y el planeamiento estratégico, cree en la gestión eficaz y eficiente en los sectores público y privado, propone la sostenibilidad ambiental, que no es otra cosa que pensar y gobernar para nuestros hijos y nuestros nietos. Es liberal porque considera la libertad como un fin de la sociedad, pone por delante la libertad individual, respeta los derechos humanos, que incluyen el derecho a la vida, a una educación y salud de calidad, a la propiedad privada y la propiedad intelectual. Y se reafirma en la izquierda porque practica y difunde la solidaridad, el pensar y actuar considerando al otro, por la justicia social, por la mejor distribución del ingreso, porque está convencida de que no basta la estabilidad económica, que se requiere de una estabilidad social, que sólo se logra con la inclusión de todos.
Es una victoria de las mujeres, que como Michelle Bachelet, Dilma Rouseff, Cristina Fernández y muchas otras, están cambiando del mundo desde el poder. Confirma lo que dijo Gabriel García Márquez en el año 1999, para la revista Time: “La única idea nueva que podría salvar a la humanidad en el siglo XXI, es que las mujeres asuman la dirección del mundo. Creo que la hegemonía masculina ha dilapidado una oportunidad de diez mil años. Los hombres hemos menospreciado y ridiculizado la institución femenina, y por otro lado, a lo largo de la historia hemos santificado nuestras ideologías, casi todas absurdas o abominables. La estructura del poder masculino ha demostrado que no puede impedir la destrucción del medio ambiente, porque es incapaz de sobreponerse a sus propios intereses. Para las mujeres, en cambio, la preservación del medio ambiente es una vocación de vida o muerte”.
Hay dos argumentos con los que la derecha y su prensa quiere escamotear este triunfo: que ha sido muy ajustado y que ha ganado principalmente por su carisma. Como si un campeón mundial de fútbol que gana por penales es menos campeón que uno que gana por goleada. Como si las elecciones fueran un concurso de simpatía, y no hubieran estado en juego ideas, valores, equipos y propuestas. No hay que hacerles caso.
A celebrar se ha dicho.