sábado, 31 de enero de 2009

HIJOS DE LA CRISIS: LOS YUPPIES / Fernando Villarán


Nacieron en los ochentas, y se multiplicaron en los noventa, luego de la caída del muro de Berlín y la publicación del “Fin de la historia”.

Su nombre no es casual: young, urban, professionals. Yo añadiría trabajadores y bien calificados; por lo general, educados en las universidades norteamericanas, las mejores del mundo.

Sus problemas comienzan cuando la afirmación de su juventud se convierte en negación de las generaciones anteriores. Todos los viejos son sospechosos de tener ideas obsoletas, de ser izquierdistas, populistas, cepalinos, velasquistas, marxistas. Creando una brecha generacional absurda. Mientras que en el Asia (y también Europa), las empresas y los Estados aprovechan creativamente la experiencia de los mayores y la mezclan con el ímpetu de los jóvenes, en Estados Unidos (y aquí) se despide a todo el que tenga más de 50 años, y se le invita a vivir debajo de los puentes. En el Perú, se cuela de relancina en la política, produciendo un extraño maridaje con la frase de Gonzales Prada, levantado por Haya de la Torre: los viejos a la tumba.

El paradigma del mercado se lleva al comportamiento personal: todos los otros son competidores. La afirmación de su autoestima supone la negación del resto. Su progreso depende de sacarlos fuera del camino. No es posible ponerse de acuerdo, ni deseable. Adquieren un aire de superioridad interesado, que le quita la espontaneidad presente en algunos científicos y genios, y que a veces aceptamos de buena gana.

Con un giro adicional; la famosa tesis de Hobbes, “el hombre es lobo del hombre”, es aplicada a la práctica cotidiana. Lo que fue una crítica a la naturaleza humana, se convierte en bandera y se lleva con orgullo. Claro que no son lobos con todos, por lo general, lo son con los de abajo; con los de arriba son mas bien gatitos.

El interés individual, personal, gobierna todas las decisiones. Pero no se crea que se trata de egoísmo puro, sería demasiado fácil. En realidad ellos, en el fondo, también están preocupados por el interés de los otros, sólo que están convencidos que buscando el interés propio es la mejor manera de llegar al bienestar general. Preocuparse directamente por los otros, solidarizarse con ellos, ya sea a través del Estado o la acción filantrópica, es ineficiente y hace perder el tiempo.

El dinero es muy importante; por lo general ganan muy bien, lo cual esta perfecto (al menos yo trato de aprender). Aunque, se lleva al extremo: están dispuestos a todo por el dinero. Lo curioso es que no llegan a ser empresarios (entrepreneurs) y dar la cara por sus propios proyectos o ideas, por lo general se ubican en los segundos o terceros niveles; un cierto perfil bajo que se aleja de la transparencia y facilita su objetivo. Como hemos visto en Wall Street, están dispuestos a transgredir todas las leyes y normas éticas.

Metidos a la administración pública (y al periodismo, que tiene mucho de público) pueden ser letales. Aquí entra la otra metáfora del mercado: el cliente siempre tiene la razón. Porque, para ellos, el cliente no es el pueblo, los electores (lectores), o las mayorías nacionales, es el que le dio trabajo antes de ingresar al puesto público, los intereses económicos que defiende su jefe (que en el caso de Bush estaban muy bien definidos), o el que le va a dar chamba cuando salga. (Y en el caso del periodismo son los intereses económicos del dueño del medio, o de los principales anunciantes).

Para los que viven en el Perú, hay otra característica adicional: todos se quieren regresar a Estados Unidos, donde realizan sus mejores sueños.

viernes, 30 de enero de 2009

(PROPOSICIONES)/ El lado oscuro /Carlos Basombrío Iglesias

Aquí y en todas partes, los gobiernos sienten la tentación de jugar por lo bajo, aprovechando del poder que ostentan y, sin que nadie lo sepa, trasgredir las reglas y límites que las leyes les imponen. Muchas veces se auto justifican asumiendo que lo hacen por causas “nobles”, como la seguridad nacional o la estabilidad política. Pero, una vez que dan el primer paso, la tentación de ir más allá puede ser irresistible y comenzarse a usar esas artes para obtener beneficios indebidos de distinta índole o sacar del camino a quienes los incomodan. Y luego más… y luego más.

Como todos sabemos el freno para estas tentaciones nos son normalmente las reservas morales de quienes gobiernan, sino el contrapeso de poderes en el Estado y, en países tan débiles institucionalmente como el nuestro, el ponerle luz a la oscuridad desde la prensa. De allí la importancia de poner en evidencia y desbaratar esos intentos cada vez que sea posible, aún sabiendo que lo intentarán, una y otra vez.

En general se podría definir ese lado oscuro del poder como las acciones clandestinas de operadores actuando desde el corazón del poder, que usan métodos vedados para obtener fines ilícitos. Las cosas más usuales: obtener información de opositores y críticos utilizando los servicios de inteligencia del Estado; el conseguir votos, apoyos, miradas al costado, etc. a cambio de prebendas; la presión a los medios de comunicación para “bajar el tono”; el mal uso de la administración tributaria para beneficiar y perjudicar a discreción, etc.

Pero, si se quiere, eso es lo “light” y –si se le deja suelto- el lado oscuro puede ir más allá. La mayoría de los funcionarios públicos y tecnócratas no participan ni concuerdan con esos actos, pero saben o al menos sospechan lo que está pasando y prefieren mirar al costado. Los argumentos son siempre los mismos: “la gobernabilidad”, “apostemos por avanzar en lo que se pueda” o, simplemente, “mientras no se metan conmigo”. El lado oscuro se alienta de ese pragmatismo.

Hasta dónde se puede llegar cuando no hay frenos, quedó demostrado con creces durante el gobierno de Fujimori. Desde su inicio Montesinos fue montando un poder en la sombra en base a métodos ilegales. Con anuencia de Fujimori, poco a poco se convirtió en un esquema de control de las instituciones por la corrupción, llegándose incluso a la creación de un aparato criminal que hizo las atrocidades que todos conocemos. En este caso, el lado oscuro hizo metástasis y terminó dominando casi por completo al gobierno.

Pero Vladimiro no inventó la pólvora. Yendo para atrás, durante el primer gobierno de Alan García, el lado oscuro estuvo asociado principalmente a Agustín Mantilla (no por casualidad de tan fluida y “aceitada” relación con Montesinos) y simbolizada por el Comando Rodrigo Franco.

Superados los tiempos de la violencia y el terror, con el retorno a la democracia la situación mejoró a ese respecto. Así, si bien no se puede descartar la existencia de ese tipo de prácticas durante el gobierno de transición, al ser un período tan breve y dadas, además, las características personales de Paniagua y de muchos de los que asumieron cargos públicos en ese entonces, podemos suponer que éstas no pasaron de la anécdota.

En cambio a Toledo no le debe haber disgustado del todo la idea de tener un esquema así a su servicio. Se podrían citar algunos coqueteos con esa lógica y escaramuzas concretas que dan cuenta que ese lado oscuro se trató de construir. Afortunadamente -incluso, para él mismo- fueron ensayos torpes y rápidamente descubiertos. Su cercanísimo colaborador, César Almeyda, quien pagó varios años de cárcel por jugar a aprendiz de Montesinos, constituye el caso emblemático.

Descartada –por razones obvias- la hipótesis de que Toledo contó con una maquinaria clandestina eficientísima que logró no ser descubierta, el hecho que luego de años de lupa aprista contra su gestión tengan que seguir dale que dale con los viajes a Punta Sal y el avión parrandero, abonan a su favor.

Pero ahora está de nuevo en el poder el APRA, con ganas y oficio en el asunto. Desde que llegaron se empezó a percibir que había mucho jugándose en los sótanos del poder. Se sabe que Mantilla tiene más influencia de lo que se admite, pero por allí no parecieran ir los tiros. Más bien, y desde los primeros meses, el hilo de la madeja pasa por los pactos secretos con lo peor del fujimorismo. Una de las cosas más importantes a las que se han abocado -y que en gran medida han conseguido- es controlar para sus fines y por diferentes medios a congresistas, jueces y fiscales.

Como dijimos al comienzo, el principal antídoto contra la oscuridad es la luz que hace evidente el abuso del poder. De allí el rol extraordinario que cumple la prensa.

Por ello fue tan importante el descubrimiento de los “petroaudios”. Fue un punto de ruptura que puso en evidencia que al más alto nivel del gobierno y con ramificaciones múltiples, existía una red de corrupción en la que, de una manera u otra, estaban involucrados encumbrados personajes del Estado. Quizás quienes denunciaron estos hechos no valoraron lo fuerte y arriba que habían golpeado y no supieron evaluar la magnitud de la respuesta.

Con la complicidad pasiva de algunos políticos que navegan con bandera de cándidos, que creyeron en la contrición y se subieron al poder al primer guiño, desde ese lado oscuro del poder se planificó y viene ejecutando (fría e inescrupulosamente) una contraofensiva feroz contra los periodistas que se atrevieron. (Al respecto se ha escrito ya ampliamente en varios lugares, incluyendo este blog).

La capacidad de reacción contra el uso abusivo del poder no ha desaparecido en el Perú, como prueba el retroceso en la ley firmada por García y Simon para llevar a la cárcel a quienes difundan ese tipo de materiales. Pero sí se ha debilitado significativamente. Hoy la mayoría de los medios de comunicación están abiertamente alineados con el gobierno (algo que no se veía desde el fujimorismo) y, en varios que no lo están, la frase más escuchada es “seamos prudentes”.

jueves, 29 de enero de 2009

ISRAEL Y PALESTINA: OPORTUNIDADES PARA LA PAZ /Diego García-Sayán (columnista invitado)


La esencia del problema es evidente: la subsistencia y coexistencia de dos pueblos para la cual la solución militar no es viable. No serán los bombardeos demoledores de los persistentes F-16 israelíes ni los artesanales Qassam lanzados desde Gaza, las herramientas para una solución. Los israelíes y los palestinos están en la zona y allí seguirán.

Ya que los F-16, los Qassam - y sus antecedentes - no son camino de solución sino sólo manifestación de fuerza, la única opción es conseguir un acuerdo de paz que asegure el derecho de Israel a su existencia y seguridad y garantize, a la vez, el derecho de los palestinos a que termine la ocupación y a contar con su propio Estado.
Para llegar a ello está visto que son insuficientes las resoluciones de Naciones Unidas o las invocaciones de los líderes mundiales. Las grandes potencias tienen que sostener y empujar en esa dirección siendo singular la responsabilidad de Estados Unidos por su gravitación en el poder mundial. El papel de las potencias, y en particular de los Estados Unidos, debe ser el de promover los acuerdos y no la polarización. No es eso lo que ha ocurrido en los últimos años.

Más leña al fuego

Para hablar sólo de los tiempos más recientes, en los últimos tres años lo que ha hecho Estados Unidos es promover la polarización y echarle más leña al fuego, como si eso fuera necesario. Es muy sintomático lo que hicieron Israel y Estados Unidos luego del triunfo de Hamas en Gaza el 2006 en elecciones libres. En esa ocasión, Olmert y Bush torpedearon cualquier ruta de acercamiento. En marzo del 2007 Hamas y Fatah formaron un gobierno de unidad nacional que estaba listo para negociar un cese de fuego de largo plazo con Israel. Isreal rechazo negociar con un gobierno que incluyera a Hamas y Estados Unidos apoyo a Israel en ello. Israel y Estados Unidos torpedearon – literalmente – el acercamiento.

No es que los milicianos de Hamas sean la madre Teresa de Calcuta pero el hecho es que en los tres años que siguieron al “retiro” formal de Israel de Gaza, 11 israelíes fueron muertos por los cohetes Qassam; las tropas israelíes, sin embargo, mataron en Gaza en ese mismo lapso a 1,290 palestinos, incluyendo 222 niños. Difícilmente se podría haber hecho más y mejor en una perspectiva diametralmente opuesta a la de un acuerdo entre las partes beligerantes. En resumen, un diseño a la perfección – la profecía autocumplida – que desconocía la evolución que venía procesando Hamas, que diez años antes rechazó beligerantemente participar en cualquier elección.

El bloqueo a Gaza fue y es inmisericorde: todas las conexiones aéreas, terrestres y navales controladas por Israel, retención de los impuestos a la exportación e importación que le pertenecen a los palestinos y, como consecuencia, de ello penurias sin límite para un pueblo que ya padecía de extendida pobreza. Gaza, más allá de las apariencias, continuó y continua ocupada pues era y es Israel quien detenta el control efectivo sobre la población. Todo ello fue el combustible decisivo para la polarización de la que Bush parecía sorprenderse cuando fue un resultado tallado a mano desde la Casa Blanca.

El “Acuerdo de Paz justo y duradero”

Es exactamente lo contrario lo que debió haber hecho Estados Unidos. Quiero creer que cuando Hillary Clinton ha sido enfática recientemente en que debe alcanzarse en la región un “acuerdo de paz justo y duradero”, ello habría sido la esencia de las instrucciones del recientemente designado representante especial para la zona, el ex Senador George Mitchell. Ahora bien, si de eso se trata, no hay otro camino para construirlo, concretarlo e implementarlo que involucrar a todas las partes involucradas. Obama habló hace pocos días en esos términos: de ello podría interpretarse – optimistamente – que esa sería en adelante la posición del gobierno de los Estados Unidos.

Este es un asunto complejo pues los actores estatales y no estatales son varios y muy variados. Pero si los que constituyen las partes beligerantes no son los actores de un proceso de conversaciones y, en su momento, de concordancias y acuerdos, no hay salida posible. Los acuerdos de paz no se negocian y celebran entre amigos sino, por definición, entre adversarios que se están combatiendo entre si. Es claro que el significado de “todas las partes involucradas” es claro y unívoco: Israel y la Autoridad Palestina (Al Fatah), por cierto. Pero también, grupos y países considerados hasta hoy “terroristas”, como Hamas, Hezbollah y, por cierto, Siria e Irán.

La diplomacia y sus variadas artes ofrecen múltiples espacios y modalidades para ir avanzando en esa dirección si así se quiere. Los procesos de paz exitosos en el mundo así han sido conseguidos. Desde la finalización de las guerras civiles en Centroamérica, hasta la superación de la confrontación armada en Irlanda del Norte. Lugar este último – Irlanda - en donde el entonces Senador George Mitchell desempeño un constructivo y positivo papel. Pero se trata, ante todo, de la decisión de que el camino a utilizar sea el de la diplomacia y el de la política. Si así fuera, el acuerdo de paz justo y duradero podría ser posible.

martes, 27 de enero de 2009

HUEVOS DE ESTURIÓN / Tapando la corrupción / Fernando Rospigliosi

Como se podía esperar después de las declaraciones del presidente Alan García, el gobierno pretende penalizar a los periodistas que difundan materiales de la corrupción en el Estado.

Para ello han presentado un proyecto de ley que aumenta la pena a los que interceptan ilegalmente comunicaciones. El contrabando viene después, cuando se sanciona hasta con cinco años de prisión a los que difundan esos materiales.

Por ejemplo, si esa ley estuviera vigente, nunca nos hubiéramos enterado del caso que denuncia La República hoy día: un comandante de la Policía Nacional, asesor del viceministro del Interior, fue filmado cobrándole 180 mil soles en billetes a una pareja para que los ayude a ganar una licitación. El comandante tiene un largo prontuario de casos parecidos.

La coima se pagó en el despacho viceministerial y fue filmada clandestinamente. El asunto es que el comandante no cumplió lo ofrecido ni devolvió el dinero. Cuando el viceministro se enteró, lo cambió de puesto. Nunca se abrió una investigación.

Es decir, si La República no lo denuncia, nadie se hubiera enterado de ese caso de corrupción. Y si la ley propuesta por el gobierno de Alan García al Congreso se aprueba, los periodistas autores del reportaje, Ángel Páez y Doris Aguirre, así como el director Gustavo Mohme, irían cinco años a prisión.

Ni que decir, por supuesto, de los llamados petroaudios. Si la denuncia no se hubiese hecho pública, el tío George seguiría al frente del gabinete, acompañado de Hernancito y Luchito.

Aprovechando la reserva de los procesos judiciales, los corruptos hubieran iniciado una campaña a través de los medios difundiendo audios y correos falsos, para desacreditar los verdaderos. Al final, lo que quedaría a la opinión pública sería un enredo monumental, en el que nadie podría distinguir lo cierto de lo falso. Y los corruptos seguirían en sus puestos, riéndose del país.

Rómulo, que ahora tiene el desparpajo de negar lo evidente, se pasearía por todos los medios de comunicación acompañado de su llorosa hijita, mintiendo a discreción y clamando por su honra manchada.

El Premier Yehude Simon, que ha presentado un lindo plan anticorrupción que nadie cumple, es uno de los firmantes de la ley que propone el gobierno para proteger la corrupción.

lunes, 26 de enero de 2009

SORPRESAS TE DA LA VIDA / Fernando Villarán


En esta primera entrega (¿post?) permítanme ser algo personal. A diferencia de lo que muchos piensan, haber entrado a base seis tiene sus ventajas, pues puedes mirar hacia atrás y ver un largo camino.

Yo fui educado por monjas y curas norteamericanos que me convencieron que su país era el mejor del mundo; cuando llegó a la presidencia John Kennedy, el primer católico en tener ese cargo, todos saltamos de alegría. El mismo día que terminaba mis estudios me sorprendió la noticia que lo habían asesinado.¿En el mejor país se asesina al mejor presidente?

La otra sorpresa no fue tan dramática, vino de a pocos. Desde chico viví con el fantasma de una guerra nuclear que nos desaparecería, junto con el planeta entero. Visité algunos refugios nucleares en varias partes del mundo, y me había convencido que algún loco en USA o en la URSS apretaría el fatídico botón. Felizmente ninguno lo hizo y nos salvamos todos.

Yo ya me había alejado de la izquierda en el año 85, pero igual me sorprendió el derrumbe de la Unión Soviética y el bloque socialista; fue tan rápido y contundente, y sin disparar un tiro. No puedo dejar de decir que sentí una íntima satisfacción por haberme quitado antes de que ocurriera.

Cuando parecía que Fujimori tenía todo arreglado para quedarse un tercer período, la mayoría de políticos, y hasta el Departamento de Estado, terminaron por aceptarlo, aparece el video Kouri-Montesinos mostrando toda la podredumbre del régimen. ¿No era que este señor, y su socio, eran muy inteligentes?

Siempre me molestó el triunfalismo y la soberbia de los neoliberales (aunque no me gusta el término he tenido que aceptarlo); se paseaban por todos lados como pavos recién alimentados, ninguneando al resto de mortales. El fin de su modelo, que empezó con la crisis financiera en Estados Unidos y que transita por la más grave recesión mundial desde la segunda guerra, es una sorpresa (no pensé que fuera tan pronto ni tan profunda) agridulce.

Leí en novelas y vi en películas la elección de un presidente negro en Estados Unidos, pero la verdad, no pensé que lo vería en “vivo y el directo”. El 20 de enero de este año se cerró un ciclo que empezó hace 389 años, con la llegada del primer grupo de esclavos a esa nación. Fue una gran emoción ver la ceremonia y escuchar el discurso inaugural de Barack Hussein Obama.

Dejo para el final, una de las mayores: la Internet. Ni la televisión, el avión a reacción (comercial), el teléfono celular, el fax, o la propia computadora, inventos que vi nacer y me impactaron, ninguno me ha dado tanto placer como la Internet. Creo que los científicos que la inventaron no han recibido el reconocimiento que se merecen. Tener casi todo el conocimiento del mundo en la punta del dedo es impresionante; asistir a clases en el MIT (Boston), consultar a los filósofos griegos, ver y hablar con mi familia y amigos, sacarle la vuelta a los magnates que se han adueñado de los medios de comunicación; en fin, la Internet no deja de sorprenderme.

Por eso, agradezco con entusiasmo, la invitación de los amigos y colegas de Espacio Compartido que me da la posibilidad de entrar de lleno en este nuevo medio de los blogs.

(CAJÓN DE /SASTRE) Cadáveres y galerías de arte / Liuba Kogan


Hablar sobre cadáveres es atrevido. Sin embargo, las imágenes de cadáveres resultan omnipresentes en la cultura mediática contemporánea.

La semana pasada se inauguró en Santiago de Chile “Bodies, The Exhibition", una exposición itinerante –desde 1996-, de cadáveres. Ojo, no se trata de réplicas. Gunther von Hagens (quien se autodenomina artista y científico); desarrolló una técnica llamada plastinación, con la que consigue preservar con gran realismo, cadáveres de hombres y mujeres que exhibe en poses de lo más extrañas (de allí… su arte).

¿Qué nos sugiere el uso de cadáveres (ciertamente no solo humanos) en las galerías de arte? Y ¿qué efecto tendrá el que los artistas –como pequeños semidioses- manipulen y desacralicen al cadáver? ¿Qué nos dice este fenómeno sobre los tiempos posmodernos?
Vale la pena mencionar que el cadáver impacta, porque -como señala Julia Kristeva en su libro Powers of Horror-, el cadáver está a medio camino entre lo vivo y lo muerto. Su ambigüedad clasificatoria y su estar fuera de lugar, nos espanta: ni con los vivos ni con los muertos. ¿Seguirá siendo eso así? ¿Hasta qué punto la proliferación de imágenes de cadáveres en la televisión terminará quitándole ese carácter abyecto al cadáver?

El impacto de exponer imágenes de cadáveres en la televisión no es el mismo que mostrar cadáveres conservados con huesos, órganos y musculatura en galerías de arte (como si estuvieran vivos). Las imágenes de cadáveres en los medios tienden a encarnar diversos sentimientos y son mostradas básicamente en relación a ellos: ira, indignación o consternación como cuando turbas desesperadas cargan cadáveres de niños; desesperanza y amargura cuando se descubren fosas comunes. Incredulidad y curiosidad, como cuando se mencionan los modos de ocultar o desaparecer cadáveres. Sensacionalismo y morbo cuando una cámara enfoca el cadáver de una víctima reciente de un accidente de tránsito. O de modo extremo, asco y cuestionamiento de los límites de la cordura, cuando aparecen antropófagos deglutiendo cadáveres humanos. En los casos precedentes, podríamos decir que los medios recrean el tratamiento que los individuos o grupos sociales le dan a los cadáveres. Sin embargo, resulta reveladora la utilización del cadáver –en poses banales y cotidianas- en las galerías de arte (que no es lo mismo que mostrar a la momia Juanita en un museo en tanto vestigio de pasado y con pocas trazas físicas de humanidad).

A la larga, el tratamiento que le damos a los cadáveres resulta ser un síntoma de cómo nos tratamos los vivos. No están equivocados los teóricos posmodernos, cuando plantean que estamos banalizándolo todo. Resulta curioso que una civilización que buscó ocultar la animalidad humana termine mostrando cadáveres jugando ajedrez en una galería de arte.

viernes, 23 de enero de 2009

EL ÚLTIMO VALS/ Farid Kahhat (columnista invitado)


León Trahtemberg advierte en uno de sus artículos que todos tenemos algún sesgo cuando opinamos sobre el Medio Oriente. Esa verdad de Perogrullo merece, sin embargo, ser matizada: algunos sesgos son producto de opciones personales, otros son producto de compromisos institucionales. El artículo de Trahtemberg, por ejemplo, me llegó (al igual que el segundo artículo de Fernando Rospigliosi), como un boletín de la embajada israelí. Si a eso le añadimos que sus argumentos tienden a coincidir con el discurso oficial israelí (los de Trahtemberg, los de Rospigliosi son idénticos), y que la única fuente que cita Rospigliosi en sus dos artículos son tres videos, dos de los cuales provienen de las fuerzas armadas israelíes, uno comienza a entender por qué les cuesta tanto tomar una distancia crítica respecto a las acciones del Estado de Israel (dicho sea de paso, vea el lector el siguiente video donde se entrevista a integrantes de la organización de derechos humanos israelí “Betselem”, que constata la falsedad del contenido de uno de los videos propalados por las fuerzas armadas israelíes: http://www.youtube.com/watch?v=6Tg-F9oqyrE).

Lo anterior explica, por ejemplo, por qué mientras quien escribe condena sin ambages los cohetes de Hamas, que durante la invasión de Gaza causaron la muerte de tres civiles israelíes, ni Trahtemberg ni Rospigliosi se atreven a criticar (no digamos ya condenar) una sola de las acciones del ejército israelí que causaron más de 700 muertes entre civiles palestinos.

Trahtemberg comienza su artículo diciendo que “Frente a una fotografía de un niño muerto en Gaza o que corre presa de pánico a un refugio ante la inminencia de un ataque, no tengo mucho que decir. Siento que ese niño es tan mío como los niños israelíes que pasan por igual trance, aunque los medios prefieran no mostrarlos. La foto mata cualquier análisis”.

En lo personal, podría haber suscrito buena parte de esas afirmaciones, si no fuera por el hecho de que durante el primer (y único) debate que sostuve con él, Trahtemberg apeló profusamente a imágenes de civiles israelíes (incluyendo niños), que habían sido víctimas de atentados perpetrados por organizaciones palestinas. Si fuera maledicente, sugeriría que la actitud reflexiva que prefiere asumir ahora tal vez se deba al hecho de que, en esta ocasión, no hay niños israelíes que mostrar: los más de 400 menores muertos durante la invasión de Gaza eran todos palestinos.

El artículo de Trahtemberg continúa desestimando cualquier argumentación sobre “quién empezó, quién tiene la culpa, cuál es la fecha o incidente clave que da origen a la represalia consecuente”. Luego añade que “Frente a quienes reclaman una proporcionalidad en las respuestas, frente a un ataque tampoco hay mucho que concordar”, y que “Frente a quienes reclaman el respeto a las resoluciones de la ONU tampoco hay mucho que concordar”. Si ni los hechos ni el derecho internacional son relevantes en este debate, ¿qué queda entonces por debatir? Presumo que, desde esa perspectiva, lo único que cabe concluir es que, salvo el poder, todo es ilusión.

Rospigliosi por su parte sostiene que “El asunto es que los analistas y voceros palestinos, aún los más moderados, consideran que Israel ocupa ilegalmente su pequeñísimo territorio”. Lo que sigue es un pronunciamiento suscrito por unos 2000 integrantes de las fuerzas armadas de Israel:

"Nosotros, soldados y oficiales de reserva de las Fuerzas de Defensa Israelíes, (...), que hemos servido al Estado de Israel, pero que sabemos que los territorios ocupados no son parte de Israel, (...) y que ahora entendemos que el precio de la ocupación es la corrupción de la sociedad israelí en su conjunto (...). Declaramos que no seguiremos luchando más allá de las fronteras de 1967 para dominar, expulsar, someter al hambre y humillar a todo un pueblo".

Quienes suscriben el pronunciamiento denuncian haber sido sometidos a penas de prisión, trabajos forzados, y a un trato vejatorio por parte de sus superiores. Todo por oponerse a una ocupación que, según Rospigliosi, solo existe en sus mentes. Pero no es la salud mental de esos soldados israelíes la que debería preocuparnos. Porque el término “Territorios Ocupados” es el que emplea, de manera oficial, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en sus resoluciones desde la 242 aprobada en 1967 (el término se refiere a los territorios palestinos de Cisjordania, Jerusalén Oriental y Gaza, así como al territorio sirio de las alturas del Golán). Y menciono el Consejo de Seguridad porque esas resoluciones no podrían haberse aprobado sin la anuencia de todos los miembros permanentes con derecho a veto: hasta el gobierno de George W. Bush empleaba la expresión “Territorios Ocupados”.

En cuanto al repliegue israelí de Gaza, el reporte presentado al Secretario General de la ONU por nuestro compatriota Álvaro De Soto, sostiene lo siguiente: “Dado que la prueba de ocupación bajo el derecho internacional es el control efectivo de la población, pocos especialistas cuestionan la tesis de que Gaza continúa ocupada, pues sus conexiones con el mundo exterior por aire, mar y tierra siguen en manos de Israel”.

Por razones de espacio me limitaré a tocar solo un punto más de los contenidos en el artículo de Rospigliosi: el de los “Escudos Humanos”. Afirma al respecto que “se trata de una política sistemática de los grupos fundamentalistas musulmanes como Hamas, de ocultarse en escuelas, hospitales y locales de la ONU, utilizando a sus propios civiles, niños incluidos, como escudos humanos”. Aquí Rospigliosi escupe al cielo. Según Malcolm Smart, director del Programa de Oriente Medio y Norte de África de Amnistía Internacional:

“Amnistía Internacional no tiene evidencias de que los grupos armados palestinos, incluyendo a Hamas, utilicen de forma recurrente escudos humanos como técnica de guerra. Sin embargo, AI expresa su preocupación por el hecho de que estos grupos luchan en áreas pobladas por civiles. Por otro lado, AI sí tiene pruebas de que el uso de palestinos como escudos humanos por parte del ejército israelí es un patrón recurrente en sus tácticas militares”.

De hecho, existe un fallo del año 2002 en el que la Corte Suprema de Israel constata el uso recurrente de civiles palestinos como escudos humanos por parte del ejército israelí[1], y decide prohibirla. Lamentablemente esa decisión de la Corte Suprema, al igual que otra más reciente que exigía al gobierno israelí permitir el ingreso de periodistas a Gaza, cayó en saco roto.

Creo que, tras docenas de días, artículos y comentarios, esta instancia de debate ha dado todo lo que podía dar. El 22 de enero, Ariel Segal y el suscrito sostuvimos un debate público sobre el tema organizado por la Biblioteca Nacional. Si León Trahtemberg y Fernando Rospigliosi desean continuar con este debate, los invito a seguir el ejemplo de Segal.


[1] Ver, por ejemplo, “El Supremo israelí suspende el uso de ‘escudos humanos’ palestinos”, El País, Madrid, 19 de Agosto, 2002. http://www.elpais.com/global/

miércoles, 21 de enero de 2009

QUIENES AGREDEN A LA POLICÍA NACIONAL DEBEN SER SANCIONADOS/ Ronald Gamarra* (columnista invitado)


Ayer, 20 de enero, efectivos de la Policía Nacional que cumplían con ejecutar la acción judicial de desalojo de los invasores del Santuario Histórico Bosque de Pómac, en Lambayeque, fueron atacados con armas de fuego, perdiendo la vida dos efectivos mientras otros más quedaban gravemente heridos.

Como consecuencia de este lamentable hecho, debemos lamentar la muerte del suboficial técnico de segunda Carlos Alberto Peralta Padilla y del suboficial técnico de tercera Fernando Hidalgo Ibarra, por quienes expresamos nuestras sinceras condolencias a sus familiares y a la institución policial. Asimismo expresamos nuestra esperanza por la recuperación del guardia Percy Tarija Guzmán, gravemente herido en la sien, así como por la recuperación de los demás efectivos policiales que resultaron lesionados.

Lo ocurrido en Pomac constituye un crimen que no debe quedar impune y tiene que ser sancionados de acuerdo a ley. Quienes ponemos por encima de todo los derechos humanos, repudiamos y condenamos la violencia en cualquiera de sus formas. Por tal razón, demandamos investigar y sancionar, tal como establece la ley, a los responsables de este lamentable hecho que enluta una vez más al país.

Debemos hacer un llamado urgente a toda la población, especialmente a los líderes de las organizaciones sociales a todo nivel, a promover el respeto a la vida y la integridad física de los miembros de la Policía Nacional. Nos preocupa hondamente el incremento de agresiones a los efectivos policiales que se viene produciendo en los últimos meses, agresiones que incluyen algunos casos producidos en el contexto de protestas sociales en los cuales se llegó al extremo de tomar de rehenes a policías.

Es deber de todos rechazar este tipo de acciones porque constituyen una provocación torpe, inútil y delincuencial. Con la misma energía y firmeza con que exigimos permanentemente a la Policía Nacional respetar los derechos humanos en todas sus intervenciones, así también exigimos firmemente a todos el mayor respeto a los efectivos de la Policía Nacional y sanción para quienes los agreden. Sobre esto no cabe equívoco ni duda alguna.

*Coordinadora Nacional de Derechos Humanos.

PROPOSICIONES / Sobre el desastre policial en Chiclayo /Carlos Basombrío Iglesias


Los dos policías muertos por francotiradores en el desalojo de Chiclayo se suman a la larga lista de policías que mueren en el cumplimiento de su deber con cada vez más frecuencia en el país.

Antes que cualquier discusión sobre responsabilidades del Gobierno, Ministerio o el comando policial, hay que señalar tajantemente la culpa de los criminales que ejecutaron los disparos y de quienes los contrataron. Se trata de un crimen abominable que tiene que ser investigado y sancionado con toda severidad y que no puede justificarse desde ningún punto de vista, ni menos aún relativizarse por ningún problema social.

Ahora bien, dicho esto, sí cabe un análisis de cómo es posible que -una vez más- la Policía haya tenido una derrota tan humillante en el ejercicio de sus atribuciones legales y que ello haya venido acompañado de pérdida de vidas humanas.

Si fuese cierta la información que se ha difundido - de que fueron 1500 policías los que participaron en el operativo- se puede decir con absoluta certeza de que era un número más que suficiente para hacer una operación policial exitosa y sin costo humano.

Claro, pero ello implica hacerlo bien. La primera falla monumental fue de inteligencia. Se requería saber qué tipo de respuestas se iban a encontrar y no actuar a ciegas. Si había francotiradores, la Policía tenía el derecho y la obligación de usar proporcionalmente sus armas y su fuerza para acabar de raíz con la amenaza, antes del desalojo propiamente dicho. La segunda falla fue operativa. Ya el general a cargo ha reconocido que hubo un despliegue inadecuado de la fuerza y que en el terreno no hubo un mando unificado. La tercera es de especialización: cómo es posible que policías recién salidos de las escuelas (uno de los muertos tenía 22 años) sean destinados a este tipo de funciones y no a la función policial básica en comisarías -como se diseñó en la época de la reforma policial- para que luego con especialización y experiencia asumieran otras funciones. El cuarto de logística: los policías, según se ha informado, no tenían que comer ni donde dormir, lo que es inhumano.

Lo grave de este incidente es que para nada es un hecho aislado. Estamos viviendo una grave crisis de orden público que tiene su inicio simbólico en los dos fiascos del Puente Montalvo en Moquegua y que se grafica en muchos casos de policías muertos en circunstancias como la de Chiclayo, comisarías quemadas, vehículos incendiados, efectivos secuestrados, etc. Los casos en los últimos meses se agolpan.

El Estado, representado por la Policía, está perdiendo capacidad de ejercer una de sus funciones primordiales: la del monopolio de la fuerza para hacer cumplir la ley. Retrocedemos, paso a paso, hacia la ley de la jungla. El profundo desinterés que ha mostrado Alan García respecto de los temas de seguridad y los pésimos nombramientos que ha hecho -muy en particular la desastrosa gestión de Alva Castro- están pasando factura.

No se trata de entrar a sangre y fuego en las intervenciones policiales, como han salido a decir un grupo de políticos irresponsables y trogloditas. Por supuesto que si ello ocurriese, con los resultados previsibles, esos mismos políticos saldrían a acusar a la Policía de asesinos y los dejarían abandonados a su suerte. De lo que se trata en este asunto específico es de recuperar la capacidad profesional de la Policía para actuar en circunstancias de orden público con eficiencia, haciendo todo el uso de la fuerza que sea necesaria y como es normal (por lo menos para gentes civilizadas) tratando de que el costo social sea el mínimo posible. La Policía sabe hacerlo bien y hay que poner a las personas adecuadas para cada situación concreta.

Pero mucho más allá de estos hechos, lo de Chiclayo ratifica que en el Perú sigue pendiente una profunda reforma y modernización de la Policía Nacional, que la haga fuerte, eficiente, digna y honesta. No se trata sólo o principalmente de que la población le tema a la Policía; lo más importante es que le inspire respeto, en el sentido más amplio de la palabra.

lunes, 19 de enero de 2009

400 NIÑOS QUE EXIGEN UNA EXPLICACIÓN/Ramiro Escobar

¿Pueden morir 400 niños en un bombardeo y encontrar para ello una justificación basada en la política o la seguridad? Se puede. Pero, permítanme decirlo con desolación y transparencia, al costo de, como ha dicho Roberto Lerner en este blog -refiriéndose a  las guerras- enlodar moralmente lo humano. Al costo, agrego yo, de perder algo de razón.

El fenómeno no es nuevo en el ámbito humano. Un viejo truco, alentado por la educación religiosa tradicional, nos invita a creer que somos ‘animales racionales’, que nuestra corteza cerebral nos hace más pensantes. Pero la evidencia demuestra que el raciocinio es para nosotros apenas una entelequia, una aspiración lejana. Está por alcanzar.

No puedo escribir otra cosa después de leer tantas explicaciones, tan sesudas y honorables, que, al fin de cuentas, buscan estirar hasta límites infinitos  el análisis, para no aceptar que lo ocurrido en Gaza fue un inmenso crimen. Un crimen con escasísimos atenuantes, si acaso tiene alguno. Un crimen que condenaría cualquier Dios sorprendido.

Argumentar que se denuncia unos crímenes  y no otros –los de Hamás- no hace más que aumentar la confusión y la esquizofrenia. Como ya sostuve en una ocasión, si nos importa un niño de Sderot, nos importan también, por la misma razón, los más de 400 niños muertos en Gaza. Esos niños son el mismo niño de Sderot 400 veces muerto.

Salvo que creamos que para defender a ese uno fue inevitable matar a los otros. Y qué pena, pues, porque así es la guerra. Y nos disculpan porque no quisimos hacerlo. Que Hamás haya dicho, para confirmar su necia lógica, que resultaba lícito matar niños israelíes (¡), no exculpa al primer ministro Olmert diciendo “que no tuvo la intención”.

No, supongamos que no, pero lo hizo. Y que los integristas usen a los niños como ‘escudos humanos’ no disculpa nada. Nada. La locura de otro no autoriza mi locura, por más de que la revista de la dudosa seda de las ‘razones de Estado’. De modo que internarse por esa ruta –la de los ‘otros tienen la culpa de todo’- conduce al sinsentido.

Por lo demás, sostener que demandar el retiro israelí de los territorios ocupados es deslizar, de manera sibilina, la idea de que Israel no debe estar allí es levantar falso testimonio, como recordaba Moisés. Lo digo explícitamente: Israel tiene derecho a quedarse allí, plena y soberanamente, pero no a usurpar territorios que no son suyos.

¿O la ONU está loca y, por eso, se hizo acreedora a unos bombazos? Es este organismo el que sostiene eso, en numerosas resoluciones despreciadas. Si la justicia internacional se respetara, y no se encubriera con galimatías, esto no sería motivo de discusión. De los 22,000 kilómetros cuadrados de territorio israelí, unos 2,000 son territorios ocupados.

¿Para qué se hablaría de negociación, entonces, entre los mismos israelíes? Simple, elemental: porque el piso no está parejo, porque hay zonas que fueron ocupadas, y colonizadas, a través de sucesivas guerras, todas las cuales ganó Israel. Porque, por añadidura, las que se devolvieron, se mantuvieron bajo estricto control militar.

Porque, por necedades imperdonables de las dirigencias árabes y por la soberbia militar de Israel, no se respetó la partición de Palestina decretada por la ONU en 1947. Decir, además, que “Israel no quiere acabar con los palestinos, ni privarlos de un lugar para vivir” es hacer una generalización demasiado generosa. No se ha sido monolítico en eso.

Lean lo siguiente, con serenidad por favor: “Lo que es seguro es que nunca vamos a aceptar la existencia de un Estado Palestino. Sería una catástrofe” (Uzi Landau, ex ministro de Seguridad Interior. Tomado de la edición de Le Monde del 14/12/01). Otro indicio: el asesinato, en 1994, de Isaac Rabin, un hombre que sí apostaba por la paz.

Para cada orate de Hamás, que se niega a reconocer el derecho de Israel a existir, hay un  extremista judío que quisiera desaparecer a los palestinos. Otra evidencia: el ataque perpetrado por Baruch Goldstein en 1994, dentro de una mezquita de Hebrón, que acabó con 29 palestinos muertos.  Sospecho que ese señor no quería el Estado Palestino.

Si se aduce que son unos cuantos descerebrados, estaría en parte de acuerdo, sobre todo en los casos de Goldstein y Yigal Amir, el homicida de Rabin. Pero ocurre que el indicio más clamoroso de que no ha habido esa unanimidad sin fisuras en  Israel, respecto a los palestinos, ha sido la tozuda e ilegal creación de colonias en los territorios ocupados.

¿Para qué esas colonias si se está tan convencido de la existencia del Estado Palestino? ¿Qué tanta posibilidad tienen los palestinos de existir, realmente, bajo un férreo control militar y una, a veces antojadiza, entrega de alimentos? Es ligero decir que hay unanimidad, solidez, en la convicción de que se quiere el Estado Palestino sí o sí.

Simplemente, no es cierto. Como no es cierto que todos los palestinos quieran negociar con Israel. Hay cientos de extremistas que no lo quieren. Pero incluso alguien tan simbólico como Ismail Haniya, el Primer Ministro del gobierno de Hamás, sostuvo, hace cerca de un año, que aceptaría la retirada de Israel a los límites anteriores a 1967.

En cristiano, musulmán o judío, eso quería decir que, finalmente, reconocía que ya no quería todo, que Israel se podía quedar en parte. Pero, claro, a estas alturas del partido, esas declaraciones tan poco difundidas han quedado aplastadas por las bombas y los misiles. Y no conocerlas invita a simplificar todo, en vez de ir a un debate serio.

Termino recordando a Blas Pascal, con su clásica frase: “el corazón tiene razones que la razón no entiende”.  Asociada siempre con la nebulosa experiencia del enamoramiento, la asumo en este caso para  decir, con claridad, que esta bárbara secuencia histórica que hemos presenciado, impotentes, debería haber movido también nuestros sentimientos.

Creo que sólo partiendo de la compasión humana era posible decir algo razonable sobre lo ocurrido en Gaza. Las fotos, o imágenes, de niños muertos no debían matar nuestro análisis, sino impulsarlo, hacerlo vigoroso, justamente para que no se vuelva aséptico y carente de dignidad. Sólo se puede ser lúcido si se es compasivo, solidario, noble.

Y esos más de 400 niños muertos nos reclaman eso: compasión y razón. Como escribía Julio Ramón Ribeyro en una de sus Prosas Apátridas, “la muerte de un niño es un desperdicio de la naturaleza”. Si tantos pequeños muertos, ya sea en Gaza o Sderot, no nos conmueven, o nos llevan a esbozar explicaciones hiper-alambicadas, algo nos pasa.

Allá los que no quieren explicar nada por estos inocentes. O que lo quieren explicar sin explicarlo, para al final justificarlo. No entiendo eso, lo siento. Mi corazón, permítanme la ingenuidad analítica, no puede comprenderlo. Más bien, en medio de mis análisis y reflexiones, me ha ofrecido algunas lágrimas por esos niños y muchas, muchas ideas. 


DEBATE "CONFLICTO HOY EN GAZA" 
 
Participan: Ariel Segal y Farid Kahhat
 
Jueves 22 de Enero, 7 p.m.
 
 
Auditorio de
la Biblioteca Nacional del Perú 
 
(Av. Javier Prado, a una cuadra del Museo de
la Nación)
 
Ingreso Libre

 

VER MÁS:

 http://www.bnp.gob.pe/portalbnp/index.php?option=com_content&task=view&id=931&Itemid=1

 

UN ALTO AL FUEGO PARA REFLEXIONAR: LA PAZ Y LA VIDA BIEN LO VALEN / Lic. Martín H. Portillo C.(&) (columnista invitado)

Muy Señores míos:

Agradeceré publiquen estas líneas, he tratado de confrontar el texto coránico y mi propia conciencia al respecto, no cabe duda que un ser humano agredido tiene el derecho a defenderse, y ese derecho es una obligación según la tradición islámica, la justicia es de Dios, pero el intelecto humano debe aplicarla en sus relaciones con otros humanos y con el resto de la Creacion.

Confiando en que es un aporte para comprender que la yihad no es justificación del terror sino su antídoto. Espero haber sido explicito al explicar el derecho a la defensa y la prohibición del terror y la violencia indiscriminada, ambos aspectos estan prohibidos por la Sharia (Ley islámica).

También les agradezco el haber abierto esta ventana para la discusión sin agresiones verbales ni descalificaciones.

Mis cordiales saludos.

Wa salam

Lic. Martin H. Portillo C

 

El gobierno de Israel ha decidido detener sus ataques sobre los palestinos. Quizás aún la cordura exista entre sus gobernantes. Prefiero pensar que es así, y no un cálculo político que solo pretende ganar tiempo para una ofensiva mayor. Es de agradecer este unilateral gesto.  Las vidas que se salvan así lo exigen. Ahora, Hamas debe detener sus ataques y se deben abrir los pasos fronterizos bajo supervisión internacional para impedir el tráfico de armas. Pero la sangre vertida exige una investigación imparcial. Se deben castigar los crímenes cometidos durante la masacre.

La sugestiva presentación de algunos analistas del tema colocando a la “democrática” Israel como victima no facilita la exigencia del cumplimiento de las normas internacionales del derecho humanitario. Aquí las víctimas no son estilos de gobierno, son vidas humanas. En toda guerra hay víctimas, pero toda guerra se inicia por alguna ambición, soslayada, disimulada o argumentada. Los palestinos son víctimas del fuego cruzado. Aunque Israel ha decidido detenerse, las bajas que ha causado pesarán en las mesas de diálogo. Es perentorio establecer medidas de protección para los palestinos, medidas que permitan su autonomía real,  el establecimiento de una administración eficaz y transparente.

La población israelí lamentablemente ha sido llevada hacia el endurecimiento, pero ese sentimiento puede apaciguarse con las garantías necesarias. Y con una visión crítica de su propio surgimiento como país independiente. El que potencias europeas decidieran su existencia y aprobaran su ubicación, no convierte en legítimo su establecimiento. Sin embargo no se puede seguir insistiendo en las diferencias de origen.

Los radicales de ambos lados deben ceder posiciones. Es esta una oportunidad, de las muchas que se han dado. No se debe desaprovechar.

Pero deseo agregar algo, lo escribí antes del cese al fuego, un día antes, creo que no está demás recordar lo siguiente:

-         Entre musulmanes la Paz es lo que le deseamos a los que hallamos en el camino, en el trabajo, en el mercado. Es la manera usual de saludar entre judíos y musulmanes. La Paz es la gran exiliada en la zona que dio origen al monoteísmo, tal cual lo heredamos los hombres de esta época. La Paz está en fuga.

-          Los musulmanes conocen que les es permitida la defensa en caso de agresión (invasión, ataque a sus propiedades o vulneración de sus derechos) También saben que les esta vedado atacar población civil. Que existen normas de guerra que obligan a respetar a los enfermos, niños, religiosos, etc.  Esa acusación de  “cultura de muerte” atribuida a la religión  islámica toma como norma de conducta las estrategias de combate y tácticas de grupos que no representan necesariamente a la población civil que dicen defender o proteger. En toda la historia de las campañas de guerra del Profeta del Islam no puede hallarse precedente alguno para los “escudos humanos”. (Según algunas versiones los israelíes, los miembros de Hamas usaron civiles con esa función).  Y para cualquier musulmán devoto y practicante lo que el Profeta del Islam  hizo, dijo y permitió que se hiciera en su presencia es lo que se llama Sunna (Tradición). Y es después del Corán precepto a seguir si se quiere conservar el buen camino. Por tanto, no es posible atribuir al Islam comportamientos guerreros que su propio fundador no empleó ni utilizó. Es más: es conocido que siempre estuvo dispuesto a  liberar prisioneros de guerra.

-         No es pertinente, ni intelectualmente honesto propiciar la asociación musulmán = violencia terrorista o Islam = antisemitismo. El terrorismo no es adjetivo del musulmán, ni de ninguna religión. El antisemitismo no es parte del Islam. El judaísmo fue fundado por Moisés (la Paz sea con él) y es, según el Corán, uno de los cinco principales profetas de Dios junto con Jesús, Abraham, Noé y Adán (la Paz sea con ellos). Además, es obligación de los musulmanes proteger y respetar a  los creyentes de las religiones reveladas (aquellas que tienen un Libro de origen divino).

-         La convivencia entre judíos y musulmanes fue una realidad durante más de mil años. Los judíos durante  la Edad Media y Moderna, muchas veces se refugiaron en territorios gobernados por musulmanes. El propio Maimónides se ofreció para atender la salud del sultán Saladino. La toma de Jerusalén por los cruzados sí manchó de sangre inocente mezquitas, sinagogas y templos cristianos ortodoxos.

-          No es correcto acusar de violentista a la fe que tiene como precepto (al igual que la judía) desear la paz cuando se saluda. No puede ser posible que el Corán que comienza 113 de sus 114 capítulos con la invocación: “En el Nombre de Dios, el Compasivo, el Misericordiosísimo” llame a la matanza.

Considero nuestro deber moral, como pueblo que vivió un conflicto interno y lo viene superando (con dificultades), que nuestro gobierno exprese no su preocupación, no su condena, pues ya la población civil se adelantó. Sino su experiencia para facilitar un acercamiento entre las posiciones antagónicas palestinas e israelíes.

Desde el siglo XVIII se establecieron los gobiernos democráticos y laicos, pluriculturales algunos. Quizás si se renunciara al milenarismo de ambas partes en lugar de matanzas tendríamos colaboración. Si la tierra ha sido inundada de sangre tantas veces, en memoria de esos muertos deberían pensar seriamente en los vivos que quedan y que NO DEBEN VIVIR NI MORIR BAJO EL TERROR.

As salamu alaikum (La Paz sea con ustedes)

(&) Centro de Estudios Islámicos También miembro de la revista electrónica libertaria www.Acrata.org   DNI 07754005

 

domingo, 18 de enero de 2009

PROPOSICIONES/ ¿Tiempo de revancha? / Carlos Basombrío Iglesias


La imagen de Alan García sonriente y relajado el día de la aprobación definitiva del TLC con los Estados Unidos, refleja como siente que le ha ido en estas últimas semanas.

En el campo económico, si bien los precios demoran en bajar y la economía se desacelera, todavía no se siente el ambiente de crisis que ya hay en otros países. La puesta en vigencia del TLC, que tiene una mayoritaria aprobación entre la población, le da un respiro adicional. De hecho, el malestar social que pueden generar los diversos efectos de la desaceleración de la economía todavía no ha llegado.

Contribuye también, sin duda, a su alegría la subida de su aprobación a nivel nacional, detectada tanto por IPSOS-APOYO, como por CPI. Sólo lo aprueban 28% y 32% según el caso y la desaprobación sigue siendo abrumadoramente mayoritaria, pero van dos meses seguidos que en lugar de bajar, sube.

Ahora bien, pareciera ser que mucho más que el TLC o la subida en las encuestas, lo que realmente lo tiene eufórico es el rumbo que ha logrado imprimirle al escándalo de los petroaudios.

Su primera victoria es que ya casi nadie en los medios remarque que el tema fundamental –y la causa de la caída del gabinete Del Castillo- es que se había descubierto una extendida red de corrupción en su gobierno. Ya casi nadie tiene en agenda “el faenón” de León Alegría y compañía. Ya la hija puede reclamar -sin que nadie le responda en serio- que su papá tiene 90 días preso y que va siendo hora de reparar esa “injusticia”.

Quiero recalcar que, en mi opinión, para el éxito de la estrategia de García, Yehude Simon ha sido extremadamente funcional. Mientras en la escena pública se lanzaba un retórico Plan Anticorrupción, en los sótanos del poder se negociaba con lo más oscuro del fujimorismo la exculpación de todos los ministros apristas vinculados al escándalo, a cambio de las cosas que todos imaginamos.

(Entre paréntesis, en la discusión de quien iba a utilizar más eficazmente al otro, si Simon a García o viceversa, el panorama empieza a aclararse. Pese a ser un Premier recién estrenado, su aprobación (32%) no es precisamente estelar. Es nada, por ejemplo, en comparación con la que tuvo Beatriz Merino con un presidente aún más impopular que García. Y si nos guiamos por la referida encuesta de CPI, a Yehude Simon no le estaría yendo nada bien, tampoco, en su intento de dupletear como Premier y candidato lanzado para el 2011. Si en octubre, cuando empezó su gestión, tenía 2,7% de intención de voto para presidente, en enero ha bajado a 1,8%. Es decir la estrategia de usar la alta exposición nacional que da el cargo para catapultarse hacia mejores posiciones en la carrera al 2011, no viene hasta ahora dando resultados. Pero ese es otro tema y hay que cerrar el paréntesis).

En el otro frente, el de los chuponeadores, Alan García ha logrado también cosas notables. Todo parece indicar que apoyó decididamente al Ministerio Público para desbaratar la banda. Irreprochable. El tema a discutir son las motivaciones. Las versiones insistentes de muchos analistas apuntan a que García pensaba que detrás de los chuponeos a sus ministros había una conspiración para tumbárselo a él. El hecho de que quienes fuesen descubiertos fueran todos marinos, muy cercanos a su vicepresidente, el sucesor constitucional en caso de vacancia, tiene que haber aumentado las suspicacias. De ser así, el haber descubierto a los chuponeadores constituye para García una doble victoria. De un lado hace mucho más improbable que quienes se dedican a ese “negocio” se atrevan de nuevo contra el actual gobierno y, del otro, le permite dormir más tranquilo a quien pensaba que los serruchos andaban activos debajo de su escritorio.

Parece que ahora quiere culminar la faena y conseguir un tercer objetivo: aplastar a quienes se atrevieron a denunciar la corrupción en su gobierno. Los blancos principales serían cinco periodistas (Augusto Álvarez Rodrich, Rosa María Palacios, Fernando Ampuero, Pablo O’Brien y Fernando Rospigliosi) y el abogado José Ugaz (no olvidemos, el procurador anticorrupción que metió presos a casi todos los fujimoristas corruptos, algo que nunca le perdonarán).

En el caso de los periodistas se trata por un lado de hostigarlos sistemáticamente y ver que pierdan acceso e influencia que tuvieron. Bastante han avanzado ya, como es notorio, pero el hambre de revancha no parece saciada. La segunda -y aún más inquietante estrategia- es tratar de vincularlos con los chuponeadores. Por grotesco que parezca, pareciera haber ya una campaña en marcha en ese sentido.

Hugo Guerra (El Comercio, 19-1-2009) va calentando el ambiente:

“Por supuesto, si hubiese una demostración --aunque fuese indiciaria, pero sólida-- ¡a la sartén con Del Castillo y compañía! Pero a la fecha, nada es demostrable judicialmente fuera del protagonismo de ciertos politicastros. También queda el sabor amargo de lo elaborado por algunos periodistas que quieren tapar su pasado vergonzante vinculado al montesinismo (y eventualmente ligado hoy a la industria del 'chuponeo') con gestos de falso heroísmo. Ni qué decir, claro, de aquellos que inclusive tienen parientes involucrados en el lío, pero carecen de ética como para, por lo menos, abstenerse de abogar en programas que más que informativos se están convirtiendo en instrumentos de lobby personal”.

Más elementos de lo que parece cocinarse los da Juan Carlos Tafur en su columna en Perú. 21 (¡Aparecen nuevos 'petroaudios’!) , en la que imagina una conversación entre Alan García y Jorge Del Castillo que concluye así:

“-Obvio pues, ¿o me crees h…? Tú dices que eres malo con tus enemigos, pero eres un boy scout a mi lado, jajajaja. Y lo mejor es que con esta estrategia no sólo lo cagamos al 'bigotón’ y al 'pulgoso’ sino que aprovechamos y le metemos su lapo a algunos más, que se lo merecen.-¿Y quién te hizo el contacto, el blanco?
-Claro, son sus patas. Y tú sabes que nosotros también los contratábamos para algunas cositas, así que no fue tan complicado. Y les hemos prometido que sólo se comen unos años de cana, pero deben tratar de resguardarnos lo más que puedan.
-¿Y cómo vas a controlar los misiles del 'bigotón’ y sus amigos?
-No hay forma Jorge. Igual nos va a joder. Ahora o en unos meses. Pero si lo reventamos, inclinamos la balanza a favor nuestro. Y así saque un video tuyo o de Hernán calatos, ya la gente no va a escandalizarse, jajajaja.-Pero para tenerlo claro, dime hasta dónde vamos a llegar.
-Mira, hay que ser realistas. Cadena perpetua no le podemos dar, pero con que pasen un tiempito guardados es suficiente. Y más adelante veremos si alguno de sus enemigos nos da una manito y lo complicamos más.-¿Pero solo a él lo vamos a enterrar?
-¡Pareces pepecista oye! No, pues. Se hunden él y varios más. En la primera línea el 'bigotón’ y el 'pulgoso’. Asociación ilícita para delinquir, lo que sea les clavamos y, mientras se defina el juicio, que se alojen en San Jorge. Al ex director ya no hace falta fregarlo, pero al parcito ese del decano, aunque ya no estén, hay que darles su merecido. Y a la pesada de la noche le inventamos algo al marido, un par de declaraciones que la mencionen y, de repente, podemos lograr que salga del canal, ¿no?
-Nunca seré tu enemigo, jajajaja. ¿Y cuándo arranca el carnaval?
-Esta semana la Policía le cae encima a los marinos. Y cuando pasen al Poder Judicial manejamos las cosas. Pero, por lo pronto, ya se han paporreteado el guion: el 'bigotón’ es el autor intelectual, eso de cajón. Y 'pulgoso’, los pitucos de Ampuero y O’Brien y la chinche de la Palacios sabían todo y fueron sus cómplices. -¡Claro! Yo me encargo del manejo psicosocial.
-Fácil. Tú eres casi corresponsal de varios medios, jajaja, así que úsalos. Te aseguro que el tontín se presta normal nomás.
-(se escucha manos frotándose y palmadas) Así quedamos. “En el dolor, hermanos”, jajaja.
-Pero igual sigamos pensando qué más podemos hacer. Peor que la operación Plomo Fundido” de Gaza tiene que ser para estos miserables. Nos van a fregar, pero nos fregamos todos”.

Concluye Tafur, ya en primera persona:

“Por supuesto, estos audios no existen. Pero no estamos en plan de humorada. Tememos que en esta “ficción”, el parecido con la realidad pueda no ser mera coincidencia. Más allá del artilugio narrativo o de algunos detalles lúdicos, diversas fuentes le otorgan verosimilitud.
El Apra siempre da vuelto, dicen los compañeros. Quizás deberían tomar las cosas con algo de mesura. Una cosa es “dar vuelto” y otra pasarse de vueltas. Y asumir los pecados cometidos les haría menos daño que embarcarse en una estrategia demencial”.

En el blog Desde el Tercer Piso ¿Los próximos blancos? http://www.desdeeltercerpiso.com/2009/01/%c2%bflos-proximos-blancos/ se da cuenta de otros indicios alarmantes.

De ser ciertas y concretarse estas amenazas no estaríamos muy lejos del esquema de control del poder y de amedrentamiento de adversarios de Fujimori y Montesinos.

Quizás habría que recordarles a los que quieren repetir la historia, que la política da muchas vueltas y que aún con el inmenso poder que acumularon, Montesinos y Fujimori están ambos en la cárcel.

HUEVOS DE ESTURIÓN / El derecho a existir de Israel / Fernando Rospigliosi


El horror de la guerra, de los civiles y sobre todo los niños muertos por los bombardeos, es sistemáticamente utilizado por los palestinos y sus defensores en todo el mundo para denunciar al Estado de Israel.

Sin embargo, por lo general olvidan que se trata de una política sistemática de los grupos fundamentalistas musulmanes como Hamas, de ocultarse en escuelas, hospitales y locales de la ONU, utilizando a sus propios civiles, niños incluidos, como escudos humanos. (Ver por ejemplo, niña Palestina siendo arrastada por terrorista de Hamas para ser usada de escudo humano: http://www.youtube.com/watch?v=DA3ZvM9kCaw ; Hamas lanzando morteros desde un colegio de la UN – Naciones Unidas en Gaza: http://www.youtube.com/watch?v=zmXXUOs27lI ; niño entrenado para la violencia: http://www.youtube.com/watch?v=cvnlzsyQSlI).

Esa práctica criminal de usar civiles como escudos humanos se extiende a los locales de Hamas y sus organizaciones de suicidas (“mártires” les llaman) que utilizan edificios de viviendas para reunirse. Así, cuando el Ejército israelí los ataca, hay una elevada probabilidad de provocar víctimas civiles.

Los fundamentalistas musulmanes desprecian la vida de sus propios compatriotas, que sólo valoran como elemento propagandístico, para mostrar los cadáveres ensangrentados en medio de masas ululantes y exhibirlos ante la televisión occidental.

Cuando han podido, han asesinado sin misericordia a civiles israelíes. Entre octubre de 2000 y enero de 2005, en una ola de atentados asesinaron a 123 jóvenes y niños en Israel, además de muchos adultos, e hirieron a centenares. Las medidas que tomó Israel lograron detener los atentados. Eso incluyó ataques a los terroristas en Gaza y Cisjordania, y una serie de restricciones al tránsito de los palestinos desde esos territorios a Israel.

Esto último, por supuesto, ha causado serios problemas a la economía de los palestinos. Fue una respuesta, dura pero eficaz, del Estado de Israel, para defenderse de los ataques terroristas.

El 2005, el Ejército de Israel sacó por la fuerza a los colonos israelíes que aún quedaban en la franja de Gaza. De esa manera, se suponía, se daba un paso adelante en la autonomía de los territorios palestinos y la posibilidad de constituir un Estado independiente.

Pero el 2006, Hamas se hizo del poder en Gaza, expulsó a Al Fatah y al presidente Mahmoud Abbas, y se dedicó a atacar a Israel con cohetes y morteros.

Lo que muchos analistas occidentales, angustiados por las espantosas imágenes de la guerra, no toman en cuenta, es que Hamas y otros fundamentalistas musulmanes quieren destruir el Estado de Israel y echar a los judíos al mar. Eso lo dicen explícitamente y lo repiten a cada momento.

Israel no quiere acabar con los palestinos ni privarlos de un lugar para vivir, pero sí pretende, con toda razón, que se le reconozca el derecho a existir en paz. Que le permitan mantener sus 22,000 kilómetros cuadrados de territorio (es el país Nº 151 por extensión en el mundo) donde se alojan poco más de 7 millones de judíos y árabes, territorio que equivale a la milésima parte de la extensión de los países musulmanes.

El asunto es que los analistas y voceros palestinos, aún los más moderados, consideran que Israel ocupa ilegalmente su pequeñísimo territorio. De lo que se desprende, aunque no siempre lo digan explícitamente, que los judíos no tienen derecho a estar allí y que deberían ser expulsados, como lo fueron muchas veces a lo largo de la historia.

Olvidan que los judíos viven allí desde hace más de tres mil años, que Jerusalem fue siempre su capital y que, aunque en número reducido, nunca dejaron de estar allí. Desde mediados del siglo XIX, los judíos ya eran más numerosos que otros grupos en los centros urbanos del actual Israel.

Y, después del Holocausto, cuando los nazis asesinaron a 6 millones de judíos en Europa, por fin pudieron tener un hogar nuevamente, no en una tierra extraña, sino en la que siempre les perteneció.

Los fundamentalistas musulmanes, Hamas, Hizbolah, el gobierno iraní de Mahmud Ahmadineyad quieren destruir Israel y repetir el Holocausto.

Es indignante leer y escuchar cómo antisemitas –por lo general izquierdistas-, utilizan en su retórica anti israelí figuras tan espeluznantes como Holocausto o gheto, de espantosa memoria para los judíos, para referirse a las acciones israelíes contra los terroristas de Hamas.

En suma, los fundamentalistas musulmanes quieren destruir Israel y acabar con los judíos. Israel quiere mantener su pequeño territorio, donde sus habitantes puedan vivir en paz, sin ambicionar el territorio de sus vecinos. Y no pretende exterminar ni a los palestinos, ni a los árabes, ni a los musulmanes. ¿Alguien puede refutar esta idea tan sencilla?

Finalmente, algunos cuestionan la eficacia de la operación militar israelí y sostienen que tiene fines electorales (en el mes febrero hay comicios en Israel, el único estado democrático de esa región). Igual se impugnaron las medidas que tomó Israel antes y que prácticamente acabaron con los atentados suicidas el 2005.

Ojalá que esta operación que hoy domingo 18 se ha suspendido, que ha causado dolor y sufrimiento, sea eficaz, acabe con los atentados terroristas sobre el territorio de Israel y permita que los palestinos se enfoquen en la construcción de su prosperidad antes que la destrucción de su vecino.

viernes, 16 de enero de 2009

MI CUENTO / Roberto Lerner (columnista invitado)


En el primer capítulo un Dios científico, eficiente y distante, creó al humano y le ordenó multiplicarse, dominar, conquistar. Vio que todo era bueno, no en el sentido moral, sino, más bien, en el intelectual y sensual. En el segundo capítulo un Dios artesano dio forma, a partir del barro, con sus propias manos, al humano, y, con su aliento, le dio vida. Lo puso en un jardín hermoso, le ordenó cuidarlo a través del cumplimiento de una prohibición ligada a la distinción entre bien y el mal. En esa versión vio que la soledad era mala y, para superarla, se embarcó en un frenesí de escultor.  

Todos los seres humanos, individualmente y organizados en grupos, venimos tratando de obedecer esas dos órdenes. Hacer, promover -hoy diríamos emprender-, controlar, dominar; y resolver dilemas que nos recuerdan nuestra desobediencia original. Centrarnos en una sola de esas dimensiones, desconociendo la otra, conduce a las peores tragedias.  

Toda guerra enloda moralmente lo humano. Los cuentos que unos y otros nos contamos y contamos a los demás para explicar, justificar o condenar nuestras guerras o las ajenas, son indispensables e inevitables, pero no cambian ese hecho.  

Y no es un asunto de números. Porque si lo fuere, la Alemania Nazi hubiera tenido la razón frente a la Gran Bretaña democrática.  

Pero dejemos el escenario global y vayamos al Medio Oriente, pleno de muertes propinadas por todos sus actores entre sí: ¿recuerdan el millón de víctimas que dejó la guerra entre Irán e Irak, las miles de bajas que sufrieron los palestinos en Septiembre Negro, los 35 niños israelíes asesinados por un comando terrorista en 1978, la guerra civil libanesa en 1958 y la más cruenta en 1975 - con decenas de miles de druzos, musulmanes y cristianos muertos-, el solitario cadáver de Sadat asesinado por un musulmán y el de Rabin eliminado por un judío, los 1000 israelíes muertos por atentados suicidas en la segunda Intifada, los miles de iraníes fusilados por ordenes de Khomeini, los 63 rebeldes decapitados públicamente en Arabia Saudita en 1979 luego de haber tomado por asalto la Gran Mezquita de la Meca, los innumerables civiles kurdos gaseados, los numerosos cadáveres que produjo en Líbano la incursión israelí en 2006? Y ahora los cientos de muertos palestinos y los menos de 20 cuerpos sin vida enterrados en cementerios del Estado judío. Mucho menos que las dos guerras mundiales, pero el mismo lodo moral.  

Regresé de Israel el domingo 11, luego de un mes y medio de estadía. Aquí mi cuento: estuve en un refugio varias horas el mismo sábado que comenzó la operación Plomo Fundido. Pero los peruanos conocemos de bombas y explosiones.  

A mí no me dan pena los pobladores del sur de ese país, sometidos a bombardeos durante ocho años y que ahora están metidos durante tiempos variables en refugios. No es una cuestión de conmiseración. Los judíos no tenemos el monopolio del sufrimiento.  

Israel es una democracia occidental -aunque su población es menos occidental de lo que sus fundadores, en el más puro estilo del marxismo decimonónico con respecto de la "cuestión oriental", hubieran querido, y ahora ha producido un mestizaje muy interesante- cuya opinión pública decide, a través de elecciones, quién gobierna y cuyas instituciones, incluyendo la prensa, controlan el ejercicio del poder de manera a veces rabiosa, incluso en medio de la guerra. Sus dirigentes tienen la obligación de asegurar a su población niveles de bienestar razonables, dentro de condiciones históricas y geopolíticas dadas. Actúan dentro de la orden del primer capítulo de la Biblia, con marcos propios del segundo, pero sin prometer la salvación universal, la expiación total del pecado o el regreso al paraíso perdido. Tampoco la eficiencia a cualquier precio. Años de bombardeos son absolutamente intolerables desde el punto de vista de un Estado asertivo, que defiende sus intereses y a su población, independientemente de sus orígenes, de las injusticias que produjo su creación -todos los Estados las producen- y otras consideraciones que son parte de un contexto muy complejo. Es un asunto de soberanía. Aunque no hubiera de por medio una sola muerte.  

Hamas estiró la pita más allá de lo soportable e hizo un error de cálculo que está pagando muy caro - hecho que sus dirigentes reconocen, si creo a muchos de mis amigos israelíes cercanos a la causa palestina- y con ellos, desgraciadamente, muchos palestinos no involucrados directamente en esa organización. Esta vez Israel respondió con una parte del enorme poder que tienen sus fuerzas armadas, poniendo en juego su gente - allá no son los desfavorecidos y marginados los que se juegan el pellejo, sino todos los ciudadanos por igual- en una operación muy bien planificada desde todos los puntos de vista. Es lo que todo Estado debe hacer y si lo hace, debe buscar hacerlo bien. Cuando es un Estado democrático, lo más probable es que sepa cuándo parar -y yo, personalmente, espero que pare pronto, porque la pita también se puede romper por ese lado-; cuando no lo es y puede, no para hasta exterminar a quien percibe como enemigo.  

Dos deseos y un comentario final.  

Cómo quisiera que los palestinos tuvieran una dirigencia que pensara más en el primer capítulo, en organizarse institucionalmente, con eficiencia -los obstáculos son enormes, pero tienen los recursos humanos y, deberían, también tener los materiales-, en lugar de pensar en redenciones radicales y cataclismos milenaristas. ¿Por qué no han podido tener un Atartuk y en su lugar han terminado siempre en la vertiente religiosa del nacionalismo heredera de Al Bana, el fundador de la hermandad musulmana? Es cierto que muchas veces el occidente, incluyendo Israel, ha contribuido negativamente, pero la responsabilidad está en el mundo árabe. También quisiera que todos los israelíes entendieran que, incluso en la ausencia total de misiles cayendo en sus ciudades, existe un problema que los concierne y que está ligado al segundo capítulo, en relación con una identidad nacional palestina frustrada.  

Hay un grupo relativamente importante, por lo menos numéricamente, de intelectuales y políticos en el mundo occidental que han encontrado en Israel la cima o la sima de la maldad, el maquiavelismo desalmado, el gorilaje internacional, la crueldad en su máxima expresión, todo de manera automática, casi refleja, visceral. A pesar de las apariencias, son profundamente reaccionarios, acomplejados beneficiarios de las bondades de la civilización occidental, que se ponen del lado de visiones absolutamente totalitarias y fanáticas en nombre de muertos reales e injusticias verdaderas, sabiendo perfectamente que si llegaren a triunfar sobre las imperfectas, pero hasta ahora insuperadas democracias liberales, la muerte campearía sin cortapisas, exaltada en sucesivos Apocalipsis que nos devolverían por decreto al paraíso compulsivo del segundo capítulo, sin la razón y ciencia del primero. En otras palabras, el infierno.

Israel es, a pesar de todas sus carencias, defectos e injusticias, un razonable ejemplo de la civilización occidental dispuesto a defenderse y pagar el precio.