El Papa Francisco sigue impactando a escala
mundial con su consistente mensaje, predominantemente constructivo y
esperanzador, que expresa lo inmensamente positivo en la vida y prédica de ese
gran personaje que fue Jesús de Nazaret.
No ignoro puntos oscuros generales, como la
oposición al aborto y el peligro de un fortalecimiento de la Iglesia Católica
en conjunto, incluidos todos los males denunciados por el Papa -no
garantizadamente presidida siempre por alguien como Bergoglio. También en lo
que tiene de negativo respecto del necesario carácter secular de los Estados, al
que él mismo apoya con el énfasis en la separación de iglesias y Estado –a Dios
lo que es de Dios, al César lo que es del César.
Hay otras afirmaciones suyas que, si bien
tomo en su faceta progresista, sé que pueden ser y son interpretadas por muchos
en un sentido perjudicial para nuestro desarrollo como humanidad, y dan alas a
posiciones bienintencionadas pero equivocadas al respecto.
Causa preocupación su insistencia en un
cambio de estructuras “porque el sistema ya no se aguanta más”, que comparto en
su afirmación de que necesitamos un cambio real y profundo, pero que tiene la
implicancia perjudicial de su negación total. Lo entiendo como guiño a los
gobiernos de los países que visita, que puede ser positivo si contribuye a
encarrilar a las posturas antisistema más radicales en su solicitud y actitud
general de cooperación y diálogo.
En ese sentido subrayo su mensaje de que "Todos
los temas, por más espinosos que sean, tienen soluciones compartidas,
razonables, equitativas y duraderas. Y, en todo caso, nunca han de ser motivo
de agresividad, rencor o enemistad que agravan la situación y hacen más difícil
su resolución." Y "El progreso integral de un pueblo incluye el
crecimiento en valores de las personas y la convergencia en ideales comunes que
consigan sumar voluntades, sin excluir ni rechazar a nadie."
Tanto defensores como opositores bienintencionados
del capitalismo en su forma actual deberían hacerlo suyo y sumar esfuerzos para
ir corrigiendo radicalmente sus terribles lacras.