Alfredo Stecher
Iré dando ejemplos de filantropía de todo tipo, una muestra en cierto sentido al azar para visualizar la amplitud y la diversidad del universo, mayor de lo que yo creía antes -con algunas opiniones mías.
Las mayores y más espectaculares donaciones
son las de Warren Buffet, el oráculo financiero de Omaha, quien, además de
hacer donaciones continuamente, ha involucrado a otros multibillonarios en el
compromiso de legar la mitad de su fortuna a fundaciones, y él, personalmente,
un 85% de su fortuna en vida. Su hermana Doris, está donando sus millones y lo
que le da él a su pedido a través de la Fundación Sunshine Lady, para apoyar a
personas en dificultad en las zonas en las que ella tiene residencia, porque considera
que la proximidad es importante para que la ayuda sea realmente benéfica; en
ello tiene el apoyo de otras mujeres y pide más voluntarios que sean prácticos,
sin prejuicios y con corazón para ayudarle a decidir cuáles de los pedidos de
ayuda que recibe son los más razonables.
George Soros, el especulador
multibillonario inspirado en el filósofo Karl Popper, ha creado fundaciones y
el Open Society Institute (Instituto de la Sociedad Abierta) que están activos
en más de medio centenar de países emergentes donde promueven los valores de la
democracia y de sociedades tolerantes con las nuevas ideas y con las distintas
formas de pensamiento.
¿Eso cambia el sistema ? No y sí. En lo
esencial y de inmediato, no, pero es un poderoso estímulo a disminuir el afán
de ganancias máximas y, a través de las acciones que se impulsa, contribuye
significativamente a una progresiva mejora de la sociedad y de los Estados,
tendiente a aumentar la empatía y la solidaridad.
Hay filantropía claramente instrumental a
un fin político o religioso, como el del Partido dominante en Turquía o los
Hermanos Musulmanes en Egipto, y la de muchas religiones cristianas, lo que no
le quita valor a los beneficios que brinda, pero los tiñe de un modo que puede
ser retrógrado, sumamente negativo.
Y hay filantropía con finalidades políticas
que impulsa cambios favorables al progreso, al apoyar movimientos democráticos
a través de sus partidos o de ONGs. Un caso paradigmático es el de la Fundación
Bill y Melinda Gates, que, además de su prioritario financiamiento a
iniciativas de salud en África y de la ciencia necesaria para aumentar su
eficacia, se preocupa por el fortalecimiento de los sistemas democráticos con
miras a evitar que Estados frágiles se conviertan en fallidos, con impactos
terribles en su propia población y países cercanos. Para ello han establecido
una alianza con la ONG One, del cantautor Bono. Por supuesto que eso se da
pensando también en la estabilidad política mundial y en la disminución de
flujos de migrantes no deseados a los países desarrollados. Destinan no solo
$4000 millones al año sino también todo su tiempo.
También las políticas de ayuda
internacional tienen un ingrediente de filantropía, aunque suelen ser
principalmente iniciativas para mejorar la imagen y ampliar la influencia de
los países de origen, pero con un mayor ingrediente de filantropía en el caso
de los organismos internacionales. En 2014 Simon Maxwell, experto del inglés
Overseas Development Institute, resaltó la importancia del optimismo como una
herramienta fundamental y de ser conscientes de que las políticas de desarrollo
hablan también de nosotros, lo que queremos ser en el mundo. Señala que se ha
invertido mucho en la mejora de la calidad de la ayuda internacional. Sostiene
que hay que entregar la ayuda donde más se necesita, lo que matizo en el
sentido de que conviene tener en cuenta los efectos carambola, en este caso
apuntando a lo que más va a mejorar las condiciones que van a impactar luego
también en los más necesitados, lo que significa fortalecer los procesos de
gobierno o la gobernabilidad. Criticó -y concuerdo- el exceso de burocracia,
que incluye la acción simultánea de hasta 20 o 30 donantes diferentes, y
propone más acciones multilaterales en el sentido de involucrar a un abanico de
iniciativas bajo una misma conducción. Dice que el éxito de las políticas de
desarrollo se mide también en cómo se reflejan en los programas de los partidos
y que incluyen temas globales como comercio exterior, inmigración, agricultura,
cambio climático, medidas ambientales, evitar crisis financieras, tráfico de
drogas. Propone centrarse en consensos y evitar las actividades que pueden
generar un bloqueo, como ciertas formas de democracia formal y minorías
sexuales, con lo que discrepo, salvo en el sentido de que convienen tanto los
consensos obtenibles como la mantención, en la esfera cultural y social, de
objetivos que no favorecen su obtención.