Con asombro gigante, nos
enteramos las primeras horas del nuevo año, las barbaridades que se cometían
contra la institucionalidad en la Policía Nacional, al aprobarse tres ascensos
al Grado de General, por, según los considerandos de las resoluciones, Acción
Distinguida. Y en qué consistían estas supuestas excepcionales y meritorias
acciones, las mismas que se cumplen diariamente y que no comportan ni la puesta
en riesgo de sus vidas y mucho menos hechos trascendentes para la vida
institucional. Una de las acciones distinguidísimas que, sustentan la promoción
al grado de general, es la de haber logrado desalojar ambulantes de algunas
cuadras de la Avenida Aviación. Nos hacemos cargo de la congoja de muchos
policías, que por hechos de mayor riesgo han solicitado su promoción por acción
distinguida y han recibido la negativa institucional para concedérselos.
Pareciera que para el titular del Ejecutivo, la policía trabaja pesimamente,
que cuando se logra una acción como desalojar ambulantes, es necesario premiar
al Jefe tardío del operativo con su ascenso al máximo grado en la escala
policial.
Pero este atentado contra la
institucionalidad ha tenido tramas inverosímiles que pretenderemos resumir:
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Las nuevas normas que regulan los ascensos por
acción distinguida, describen muy bien las características extraordinarias de
los hechos para otorgar este estímulo, una sola vez en toda la carrera y sólo
hasta el grado de Comandante. Esto obviamente elimina como candidatos a este
ascenso extraordinario a los aspirantes al grado de General. Estas normas y su
reglamentación entraban en vigencia el primer día del 2016, ergo, los ascensos
debían producirse hasta el último día del 2015, para poder sustentarse en un
conjunto de normas dispersas que no contemplaban la restricción, de hasta el
Grado de Comandante.
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Como resulta lógico suponer, los ascensos tienen
vigencia el primer día del 2016, por tanto el hecho mismo de la promoción
entraba en lo considerado en la nueva normativa. Lo que queremos significar, es
que conociéndose que el ascenso se produciría el 2016, no puede sustentarse en
legislación o normas anteriores, pues no había urgencia de hacerlo, debieron
respetar el espíritu de la nueva normativa
y si existía la voluntad de premiar con el ascenso a estos tres,
entonces coroneles, debieron promoverlos en el proceso ordinario de selección y
promoción. Entonces surge otro impedimento, ninguno de los tres calificaba para
ascensos en procesos ordinarios, por no haber adelantado el obligatorio Curso
para Coroneles y por tener alguno de ellos procesos investigatorios en curso.
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Lo cierto es que no se ha producido en ninguno
de los tres casos, hechos extraordinarios que ameriten esta promoción, que se
han forzado apresuradamente las motivaciones y resoluciones, que esto no
obedece a ningún criterio meritocrático y que es producto de un abuso de la
condición de Jefe Supremo de la Policía que recae en el Presidente de la
República, que va a provocar la desazón de la mayoría de policías que se
esfuerzan por realizar bien su trabajo, y que finalmente estamos seguros el
Presidente no se hubiese atrevido a semejante despropósito si se tratara de
ascensos en las Fuerzas Armadas. En este caso ha contado con la total
obsecuencia del Ministro Pérez Guadalupe y ha obligado al Director General a, como se dice coloquialmente “tragarse este sapo”.
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El otro caso verdaderamente preocupante, es el
de promocionar al Grado de Teniente General, al General Eleuterio Díaz, que en
la revisión de sus méritos, el más saltante es el de ser familiar muy cercano
del Suboficial en retiro Díaz Mego, pariente político cercano de la esposa del
Presidente Humala. Si se animan a conocer de cerca las virtudes de este
General, traten de entrevistarlo y se darán cuenta de las dificultades que
tiene para poder expresarse con corrección o para articular ideas que puedan
liderar la conducción de una institución
encargada de una función tan delicada, como es el mantener la indemnidad
de las personas en su vida, bienes y ejercicio de libertades y derechos.
La policía no
sólo necesita inversión en equipo, mejoras en las condiciones laborales,
mejoras remunerativas y todo aquello que haga posible el cumplimiento de sus
funciones, necesita respeto a su institucionalidad, fortalecer la meritocracia
y no dejar una quinta columna de generales que obtienen su promoción por
favorecimientos que nada tienen que ver con la calidad profesional.