Las declaraciones un tanto precipitadas de los primeros días del flamante premier podían, cómo no, atribuirse a su inexperiencia en ese nivel de responsabilidad política. Incluso, no faltaron quienes vieron en esas metidas de pata un signo de espontaneidad que contrastaba con la habitual palabrería hueca pero calculada de los políticos mañosos, capaces de proferir cualquier disparate con tal de no decir nada inteligible. Las últimas decisiones del primer ministro, sin embargo, dejan poco lugar para la duda respecto de lo que está sucediendo en las más altas esferas del poder. Acaso la más grave de todas sea la última: el proyecto de ley que ha firmado al lado de Alan García, por el cual se modifica el Código Civil y la Ley General de Sociedades, es de un talante tan autoritario y retrógrado que parece redactado por los fujimoristas, pero los más recalcitrantes. Hay que frotarse los ojos para creer que un hombre con su trayectoria –aunque ya es hora de preguntarse al respecto- esté dispuesto a enviar un proyecto que permite clausurar cualquier sociedad que amenace el orden público o las buenas costumbres.
Lo que impide considerar esa iniciativa como un error es el hecho de que se inscriba en una serie de actos que van en la misma línea. Como diría Umberto Eco, hace sistema. Ahí está la propuesta del ministro Hernani de meter a la cárcel a un grupo de dirigentes izquierdistas, Ollanta incluido. Pese a que éste la desmintió, eso sonó a negación más que a aclaración. Luego el retroceso en la posición inicialmente firme de excluir a procuradores apristas, para dar garantías de transparencia, tras una reunión con los dirigentes partidarios. Sin olvidar el reciente nombramiento de dos ministros apristas, una de los cuáles, Nilda Vílchez, es lo que se llama un cuadro orgánico -es decir antes, antes que todo no el Perú sino el partido- en un sector tan delicado como Vivienda en donde se encuentra el proyecto Agua para todos (¿para todos... los que tengan carnet?). En suma, una serie de evidencias muestran que el ímpetu moralizador y democrático con el que Simon asumió el cargo, catapultado por el escándalo de corrupción de los petroaudios, ha cedido en pocas semanas y se ha plegado a lo que en el mejor de los casos sería un violento aprendizaje de realpolitik.
Pero la sospecha más grave es que todas esas muestras de debilidad se deban a que se encuentra en situación de arresto ministerial. Esto es irónico, tratándose de un hombre que pasó ocho años en la cárcel por sus ideas revolucionarias. Porque más allá del hecho indiscutible que no tuvo un proceso justo con esos indignos tribunales sin rostro, lo cierto es que profesaba una ideología de izquierda, acaso incluso cercana al MRTA. Pero eso lo pagó con creces y parece claro que cuando salió de la cárcel era una mejor persona que cuando entró, lo que le da aún mayor mérito porque no lo encerraron en aplicación de la justicia sino de la arbitrariedad autoritaria. La prueba de su “redención” es su reconocida gestión al frente de la región Lambayeque, así como los resultados obtenidos en el combate contra la corrupción. Pero entonces, ¿cómo se explica que esa misma persona esté ahora tomando decisiones macartistas como las que hemos mencionado?
Sería ingenuo pensar que lo está haciendo solo porque Alan y el Apra no le dejan alternativa. Es obvio que si le pusieron una trampa, ha caído de lleno en ésta. Pero muchos analistas advirtieron que, a pesar de las circunstancias auspiciosas para el cambio en las que llegó a la Presidencia del Consejo de Ministros, su margen de maniobra era estrecho y la urgencia de tomar medidas de limpieza, grande. En vez, asistimos a un proceso de sometimiento público, rayano en la humillación. Alan debe, una vez más, desternillarse de risa al pensar en quienes se alegraron por este retorno de la izquierda al poder, incluso entre los escasos integrantes de su partido que todavía albergan alguna ilusión a babor. Al ver a Yehude firmar dócilmente ese proyecto dictatorial que permite disolver (como apunta Carlín) a quienes atenten contra la seguridad del Estado –esos son los terroristas o los narcos y, como es obvio, no se requieren más leyes para combatirlos sino armas y estrategia- debe haberse solazado con el éxito obsceno de su plan: tranquilo Jiménez, que adentro la tienes.
Uno siempre puede preguntarse qué le impide a Simon aceptar que se ha equivocado, que la posibilidad de cambiar las cosas se ha desvanecido y que ha cometido un terrible error al asumir ese cargo envenenado. La respuesta, intuyo, tiene componentes tanto políticos como personales (cierto, este es siempre el caso, pero esta vez la tensión interna del conflicto es más dramática que de costumbre, me parece). El dirigente del partido Humanista parece estar enfrentado a un desafío narcisista digno de Edipo y la Esfinge. Reconocer tan rápido que se equivocó lo dejaría mal parado de cara a las elecciones del 2011: un estadista no puede cometer errores tan gruesos de apreciación. Esperar unos meses antes de hacerlo podría ser más táctico, si no estuviera firmando barbaridades como las reseñadas. A este paso, su imagen de profeta redimido se va a incinerar con la voracidad de un fuego haciendo presa de un algarrobo reseco en un desierto lambayecano. Pero entonces, ¿qué espera? Si de todos modos habrá daño, lo mejor sería impedir que siga aumentando.
Mi hipótesis es que, por esos caminos intrincados de la mente, el buen Yehude ha vuelto sin saberlo al calabozo. Lo que se presentaba como una escalera dorada hacia palacio, de pronto ha tornado a ser una cárcel… dorada. Freud hablaba de los que delinquen por sentimiento de culpa. De hecho, formulaba una paradoja, la de un sentimiento inconsciente de culpa. Este es tan devastador que resulta preferible hacer cualquier acto punible para aliviarlo y así restablecer una suerte de equilibrio interno. Acaso para Yehude –pero esto, lo admito, es mera especulación- la tentación del poder disimulaba una ardiente voluntad de expiación. Si eso era lo que buscaba, regresar para arreglar algunas cuentas pendientes, entonces hizo bien en aceptar la propuesta de Alan García. No podía haberse conseguido un mejor Caronte, el barquero que llevaba a las sombras errantes, previo pago, a través del río Aqueronte. Dirección: el infierno.
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5 comentarios:
Hoy hay novedades, Yehude da un paso fuera de su Cautiverio:
Retiran proyecto que sanciona a ONG
http://www.correoperu.com.pe/lima_nota.php?id=79389&ed=14
Excelente, realmente excelente artículo
Es una semblanza que me parece acertada, con los pocos elementos que se cuenta para saber quién es Simon. Creo que, al final, no es más que un patita que estaba en la vitrina que por casualidad, visto por algún Mefistófeles, le compró el Ego. Hasta ahora, se la pasa dando explicaciones de sus trompicones y sólo parece una bola de pin ball. Me hace recordar al limitado Federico Salas, no mentalmente, sino de visión de gobierno nacional. No sé quécosas buenas hacen en sus regiones, pero parece que deben ser buenas pues en sus localidades les tienen estima. Lo que me extraña es la suavidad de los medios para con el accionar de YS. Me imagino que es para cuidar la aparentemente última oportunidad de contar con elementos no oficialmente apristas... No lo sé.
Agudo y acertado artículo. Ciertamente, muchas personas buscan expiar sus culpas y se dirigen entusiastas hacia el infierno. El problema con Simon es que se trata precisamente del primer ministro, con lo cual, la combi de la ruta del Infierno no sólo lo llevará a él sino a toda la nación.
Lo malo de muchos peruanos que nos precipitamos muy rápidamente a prejuzgar antes de tiempo, bastan un par de palabras bien dichas o un par de actitudes un tanto firmes y ya nos parece aquella persona la gran cosa,un héroe, un líder,alguien con trayectoria, pero la vida y el tiempo luego demuestra y nos da la razón a quienes a veces tenemos el olfato,el tino, la intuición de saber... que iba a pasar.Este caballero de Simon ya no tenía derecho a darse el lujo de errar, obviamente por su edad,en política no hay que ser ingenuos ni tontos ni mucho menos como alguien diría..."no hay que ser caido del palto"..., auqnue esa persona si que nos creyo a nosotros los caidos.....,pero reitero el señor Simon vive en eso que usted llama cárcel y lo que yo llamo autocensura, por que no quiere chocar con su jefe, que ya lo tiene como cachorrito faldero,por que así es García "domina" a su gente y las hace pasar vergüenza,humillación, sino sólo recordar lo que le hizo a Pilar Nores frente a cámaras junto a Federico Danton.Si eso hace a la madre de sus hijos que no puede hacer con el resto.Quien se mete con él es por que sabe a lo que va o realmente es un tipo sin autoestima.
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