sábado, 12 de diciembre de 2009

LOS DILEMAS NO RESUELTOS DEL PADRE ARANA/ Javier Torres Seoane


Uno de los hechos políticos más relevantes de este año ha sido la creación del movimiento Tierra y Libertad y el salto a la competencia electoral del padre Marco Arana, reconocido líder del movimiento ambientalista así como enemigo declarado de Minera Yanacocha. Este salto de la escena regional a la nacional ha producido una serie de movimientos al interior de la desorganizada izquierda peruana que vale la pena analizar.

De un lado la creación de Tierra y Libertad ha significado el más importante quiebre generacional en mucho tiempo en la izquierda ya que la mayoría de personas vinculadas al movimiento están entre los 30 y 50 años, y provienen del circuito de las ONG, aunque con una cierta presencia que va más allá del circulo limeño de éstas y que no pertenecen a la llamada “generación del 68” cuyo líder mas significativo fue el ex Congresista Javier Diez Canseco. De otro lado no encontramos en este movimiento a importantes intelectuales de aquella generación que curiosamente han terminado más cerca del nacionalismo de Ollanta Humala, a pesar de venir de una cantera que se forjó en la confrontación con el gobierno militar de los años setentas. Así personajes como Alberto Adrianzén, Edmundo Murrugarra, Sinesio López entre otros aparecen cercanos al entorno humalista, por no mencionar a Carlos Tapia, activo y entusiasta vocero del PNP.
¿Es Tierra y Libertad la expresión de la renovación y “aggiornamento” de la izquierda peruana o es simplemente el ala verde que nuestra izquierda nunca tuvo? Hasta el momento pareciera ser más lo segundo que lo primero, debido a que el padre Arana no logra articular un discurso que vaya más allá del ambientalismo militante, de la defensa de los derechos de las comunidades afectadas por la gran minería y de la crítica a las enormes facilidades y beneficios que las empresas mineras tienen para desarrollar sus inversiones olvidando además, la compleja situación que genera la minería informal. Así, la agenda sigue circunscrita a la misma que Arana enarboló como párroco de Porcón primero, como director de Grufides, luego, y como activo líder de la red Muqui después. A esto se suma que varios de sus más cercanos colaboradores provienen de dicho espectro, en particular de las ONG críticas al modelo neoliberal impuesto desde los 90. De otro lado no parece muy clara la posibilidad de un acercamiento de este movimiento con las diversas organizaciones y movimientos que reivindican lo indígena, a pesar de que sus agendas convergen en la defensa del medio ambiente.

Es poco hasta ahora lo que otros sectores de la población que no tengan que ver con este discurso puedan haber escuchado en las giras que el padre Arana ha hecho por el país, y es por ello que su llegada resulta sumamente limitada al ámbito rural. Por otro lado, no hay todavía en su discurso, más allá de ciertas generalidades, nada que responda a las preocupaciones del poblador de las ciudades, que tienen una dinámica muy distinta al mundo rural y que en muchas ocasiones son los beneficiarios del boom minero o agroexportador en términos del desarrollo de una economía de servicios. De alguna manera Arana tiene el mismo problema que la izquierda peruana ha vivido desde fines de los 80s cuando no sólo se dividió, sino que no pudo hacer frente al avasallador discurso neoliberal promovido por Mario Vargas Llosa y Hernando de Soto en el cual el valor de lo individual se puso por encima de cualquier proyecto colectivo de transformación de la sociedad peruana, y que hoy se ha masificado a través del discurso del emprendimiento, y frente al cual la izquierda no ha logrado construir ningún discurso alternativo.

Otro de los retos que enfrenta el padre Arana es como captar las simpatías de aquel sector descontento que se concentra sobre todo en la sierra sur del Perú que en su momento simpatizó con el nacionalismo de Ollanta Humala, sin importarle mucho las graves denuncias por violaciones a los derechos humanos que se le hicieron. En ese tema Arana afronta una doble tensión, por un lado su perfil de defensor de los derechos ambientales, que lo llevó a ser premiado hace unos años por la Coordinadora Nacional Derechos Humanos, limita sus posibilidades de acercarse con mas facilidad al nacionalismo y sus aliados, pero de otro lado el necesario esfuerzo por diferenciarse de Humala, lo lleva a ser un crítico en exceso de las posturas de éste, que finalmente son bastantes parecidas a las suyas.

Si bien es cierto quienes apoyan a Arana y provienen de las ONG o del movimiento de derechos humanos se sienten más a gusto a su lado que con el nacionalismo, es claro que a la población en general el hecho de que un candidato sea sospechoso de violación de derechos humanos no le significa mayor problema. En ese sentido el electorado peruano no es ideológico ni mucho menos principista, sino sobre todo pragmático y con una vocación por opciones que no sean radicales ni en un sentido ni en otro. Lo que busca son candidatos que respondan a sus intereses más concretos y directos.

En la escena cajamarquina es claro que el lanzamiento de Arana y su paulatino distanciamiento de su amigo y compañero en varias movilizaciones, Gregorio Santos, líder de Patria Roja y uno de los candidatos con mayor opción a la presidencia regional, ha generado un serio problema a las aspiraciones de Santos, ya que a pesar de haber constituido el MAS (nombre utilizado también por los ex PS que siguen a Arana) para las elecciones regionales, sabe que un candidato respaldado por Tierra y Libertad en las próximas elecciones regionales podría significar su derrota a manos del candidato del APRA o de otro partido nacional o regional. El voto rondero que es una de las principales bases de Santos y el MNI podría dividirse. Por ello es que existe una gran incertidumbre sobre la suerte de ambos movimientos en las elecciones regionales. Así Arana tendrá que tomar una difícil decisión, ya que para el líder de un nuevo movimiento lanzar candidato en su región de origen resulta clave si se encuentra en un proceso de acumulación de fuerzas para la elección nacional. Al respecto una tensión similar debe estar viviendo en Cusco, su aliado, ex miembro del Partido Socialista y presidente de la REMURPE, Wilbert Rosas, quien deberá tejer sus hilos muy finamente para generar una alianza que le permita competir con alguna chance frente a políticos tan cuajados como Carlos Cuaresma o Máximo San Román. Si Arana quiere hacer política en serio tendrá que asumir un pragmatismo que hasta la fecha no aparece como una de sus virtudes, y que no es propio de la cantera de ONG de donde proviene.
De otro lado no deja de llamar la atención el manejo y la buena prensa que se ha dado desde un sector a la figura de Arana y que de alguna manera ha venido levantando su candidatura. Parecería ser que la derecha ha encontrado al personaje ideal para terminar de golpear la ya alicaída figura de Ollanta Humala. Esto sin embargo corre en paralelo con el manejo del sector más reaccionario de la prensa que ha venido difundiendo declaraciones de miembros de Sendero Luminoso expresando sus simpatías por Tierra y Libertad e incluso una improbable alianza de ambos movimientos. A pesar del esfuerzo por deslindar con estas declaraciones, la figura de Arana puede verse mellada por esta campaña que no es sino un capítulo más de viejas campañas que no encuentran mejor forma de liquidar ante la opinión pública una opción de izquierda o progresista con la violencia, asociación antojadiza y falaz pero sumamente efectiva.
Así, además del enorme esfuerzo que significa conseguir firmas, el movimiento Tierra y Libertad y su líder Marco Arana tienen un largo trecho que recorrer antes de consolidarse como una opción política con reales pretensiones de llegar al poder algún día y superar cierta tendencia al caudillismo que él crítica en otros. Para alguien que ha aparecido muchas veces ante la prensa como el enemigo público número uno del poderoso gremio minero no le será fácil ubicarse en la centro izquierda que aspira a ocupar, ni incluso lanzándole mensajes a éste sector matizando sus posiciones más confrontacionales y evitando plantear propuestas de nacionalización de los recursos. Más allá del discurso que finalmente articule, su aparición marca un parte aguas en la historia de la izquierda peruana que puede significar el fin de la hegemonía limeña de la misma, y por ello es un hecho que se debe seguir y analizar con seriedad y desapasionamiento.
Que este liderazgo haya surgido en Cajamarca a partir de los conflictos generados por el impacto o el rechazo a la actividad minera, es una muestra más de que la política peruana está en un proceso de cambio. Cambio que proviene de la dinámica regional, le pese a quien le pese.

Publicado en VOCES 24

Nota: El autor agradece a Rosa Montalvo y Paulo Vilca por sus valiosos comentarios.

2 comentarios:

Noel dijo...

Es justo agradecer opiniones que ayudan un trabajo honesto y sincero en polìtica (poco comùn). Mi labor dirigencial se enriquece con razonamientos vàlidos y que son fàciles de contrastar con la realidad activa. Igualmente es bueno responder algunas lìneas del anàlisis.
Cuestionador antes que enemigo declarado de la Minera Yanacocha, por razones obvias de contaminaciòn incontrolada, como sucede con la minerìa informal.
Como las aguas que buscan su nivel, hay una mayorìa que carga y recarga un descontento, que no es mèrito de la izquierda, sino producto de la insufiencia e ineficacia del sistema. Y como descontento, en busca de una salida que la puede encontrar al otro lado de la lìnea del sistema.
No es un descontento ideològico, sino pragmàtico.
Ni renovaciòn de izquierda, ni ala verde en Tierra y Libertad. Un conglomerado que va uniendo "insatisfechos" de polìticas de gobierno, de polìticas partidarias, de promesas incumplidas, de crisis moral, en general de ver que pocos disfrutan lo de siempre y màs, mientras que otros no mejoran ni su horizonte econòmico, ni su aspiraciòn social.
Hay un discurso comunitario y medio ambientalista; còmodo, pero tambièn un compromiso de enfrentar la corrupciòn y socializar la economìa, yà mas difìcil.
Obviamente existen principios manifiestos que aùn se mantienen en debate.
En fìn, su artìculo motiva mucha reflexiòn a los que estamos en Tierra abrièndonos camino frente a un posicionado discurso neoliberal, eso sì con mucha Libertad. Con mucho espacio para la creaciòn.
Noel de SJL

Tomás dijo...

"En ese sentido el electorado peruano no es ideológico ni mucho menos principista, sino sobre todo pragmático y con una vocación por opciones que no sean radicales ni en un sentido ni en otro. Lo que busca son candidatos que respondan a sus intereses más concretos y directos."

Estoy en desacuerdo con hablar de algo llamado "electorado peruano". Solo hemos tenido campañas populistas y los dueños del país han movido mucha plata en los medios para que gane siempre quien les permita seguir con el status quo.

Esta vez no podemos dejar que eso vuelva a pasar.