martes, 17 de marzo de 2009

HUEVOS DE ESTURIÓN / Pasión por las encuestas / Fernando Rospigliosi


Las encuestas de intención de voto dos años antes de las elecciones, valen para muy poco. Ninguna encuesta con esa anticipación en el Perú ha servido, ni remotamente, para pronosticar lo que realmente ocurriría el día de la verdad.

Recordemos. En marzo de 2004, Ollanta Humala no existía y Alan García tenía un rechazo abrumador, por el recuerdo de su primer gobierno. Y fueron los finalistas el 2006.

En marzo de 1998 y marzo de 1999, Alejandro Toledo no aparecía en ninguna encuesta y terminó encabezando la oposición que finalmente derrotó a la dictadura de Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos el año 2000, y ganó las elecciones de 2001.

En 1998 y 1999 los que se perfilaban como favoristos para disputar la presidencia con Fujimori eran Luis Castañeda y Alberto Andrade, que se desinflaron en pocos meses.

Alan García, por supuesto, estaba fuera de carrera. Pero inesperadamente regresó y en una arremetida impresionante quedó segundo y disputó la final de 2001 con Toledo.

Nada de eso podía deducirse de las encuestas, ni con dos años de anticipación ni doce meses antes.

En marzo de 1988, ninguna encuesta registró el fenómeno que se produciría dos años después, el meteórico surgimiento de un outsider como Alberto Fujimori, que se hizo cómodamente del triunfo.

Salvo en 1995, cuando Fujimori en la cúspide de su poder se hizo reelegir fraudulentamente, manipulando todos los resortes del gobierno, ninguna encuesta ha servido para pronosticar el resultado electoral con dos años de anticipación, en las últimas dos décadas. 

En realidad, casi en ninguna parte del mundo las encuestas de intención de voto son útiles dos años antes de una elección, para saber quien ganará. Menos en el Perú, país sin partidos políticos y sin instituciones, donde los que cuentan son los caudillos.

Tampoco las encuestas crean corrientes de opinión que arrastran a los indecisos. Esa es una las fantasías que más deslumbra a los políticos. Por eso muchos de ellos se desviven por aparecer en buenos lugares e incluso, a veces, compran resultados de empresas sin credibilidad.

Pero aquí también se equivocan. El efecto arrastre no funciona. Un caso clarísimo es el de 1990, donde una significativa mayoría creía que iba a ganar Mario Vargas Llosa, a pesar de lo cual votaron por Fujimori.

Sin embargo, las encuestas si sirven para otras cosas. Para recolectar fondos, por ejemplo. Si alguien aparece en los primeros lugares, le será más fácil conseguir donantes. Si no figura, nadie le dará un centavo.

Las encuestas son útiles para analizar la percepción que tienen los ciudadanos respecto a los candidatos: si están a la izquierda o a la derecha; si su respaldo está en los ricos, las clases medias o los pobres; como se les ve en las regiones, etc.

Eso, por supuesto, puede ayudar a los políticos a ubicarse mejor, a corregir errores, a diseñar estrategias. Aunque en realidad, muy pocos saben verdaderamente leer las encuestas. No es tan sencillo, se requiere de la asesoría de auténticos profesionales en la materia (en campañas electorales), que en el Perú casi no existen. Y los políticos creen que lo saben todo y son reacios a escuchar.

En suma, no tiene sentido hoy día hacer predicciones del tipo “la segunda vuelta en el 2011 será entre Ollanta Humala y Keiko Fujimori”. Nadie lo sabe. Puede ser, como también puede ocurrir que ninguno llegue.

Sin embargo, las encuestadoras seguirán preguntando “si las elecciones fueran mañana…”, los medios continuarán poniéndolo en primera plana –sobre todo cuando las noticias escasean-, y los comentaristas llenando páginas con pronósticos. Total, en abril de 2011, nadie recordará lo que se dijo dos años antes.

2 comentarios:

Edgardo Alarcon Leon dijo...

Las encuestas adecuadamente legisladas y técnicamente recabadas no necesariamente manifiestan la tendencia predominante de las mayorías nacionales. Está demostrado, que aun en los países maduramente democráticos, en donde las encuestas son reguladas y estas son estructuradas bajo correctas técnicas de investigación y presentadas luego de un riguroso análisis, estas solo representa la tendencia de los estratos sociales en donde las opiniones han sido recabadas. En Países como el nuestro, en donde las encuestas no son con independencia verificadas y las opiniones posiblemente solo se recabaron en polos “de tranquilidad social”, los resultados no deben ser considerados confiables. Más aun, si las encuestas son de predicción electoral, estas deben considerar los cambios sociales y económicos en todos los rincones del país; y si estas no son adscritas como tal, las encuestas devienen a ser solo un mecanismo de manipulación de la población.

roxi dijo...

Ninguna encuesta es valida en el pais desde hace anos. Fujimori mismo fue outsider , gano porque el APRA nos hizo odia a los partidos. Toledo, otro outsider, gano porque no queriamos a Alan nuevamente y porque habia enfrentado a Fujimori. Y porque Castaneda aun no era conocido como buen alcalde. Luego Alan volvio, porque Humala representaba a Chavez y su desastre, y a pesar que era outsider no gano como sus predecesores. Asi que decir que los outsider ganaran todas las elecciones no es verdad. En el Peru para que outsider gane tendra que ser democrata y de centro, no nos gustan las izquierdas. Aparte de Frejolito nunca ninguna izquierda a llegado a ningun puesto importante. Tambien hay que tener en cuenta los medios de comunicacion , que le dan mas espacio a los outsiders, y fueron losmedios que crecieron a Humala. Era el ninito consentido en todos lados se peleaban por el, hasta que mostraron su video en caracas con Chavez y empezaron a darle duro, pero fue demasiado tarde y casi nos los meten a la casa de Pizarro. Asi que ustedes medios de comunicacion tengan cuidado ahora a quien crecen.