Rebajar los sueldos de los funcionarios públicos al inicio del gobierno de García fue una medida cuidadosamente calculada para ganar aplauso fácil de la población, no importando para nada cuanto ello podría afectar la capacidad de gestión del Estado.
El mensaje, no tan subyacente, fue que los que venían ahora a gobernar eran diferentes, que se había acabado la frivolidad y que quien quisiese ocupar un cargo público debía agradecer (al altísimo) y sacrificarse por su país. Los que no estuvieran a la altura de las circunstancias debían irse a sus casas.
En un país tan pobre y desigual y con tan comprensibles disgustos con el Estado y sus representantes fue fácil conseguir con ello algún aplauso. El problema es que fue por muy por poco tiempo, pero el daño fue duradero y significativo.
Aún así, subir ahora lo sueldos de los ministros, con el argumento de que deben ganar como congresistas y hacerlo justo al inicio del año de la unidad nacional contra la crisis externa, ha sido una medida torpe políticamente hablando y que ha caldeado más los ánimos de la gente contra sus gobernantes. (Baste escuchar la casi unanimidad de las llamados a los programas radiales y el tono indignado de los comentarios).
Pese a que podría parecerlo en primera instancia, no es contradictorio decir que no se debieron bajar entonces los sueldos públicos con afirmar ahora que no se les debió subir a los ministros. ¡Hay que tener sensibilidad política! En el 2009, a la población se le está pidiendo “unirse ante la crisis” (léase, preparase para el sacrificio compartido ante la inminencia del tsunami que parece acercarse a nuestras costas) y, lo primero que hacen los ministros al empezar el año es tomar medidas que los protegen sólo a ellos o, por lo menos, en primer lugar a ellos.
Se debió, en todo caso, optar por mejorar las remuneraciones del personal técnico- profesional clave para la gestión del Estado. Los ministros debieron esperar para hacerlo cuando pase el temporal. Y, entre tanto, mirar con mala cara al promotor de la demagógica idea que, como dicen varios de ellos, les hace imposible pagar las cuentas. Despues de todo esas fueron las reglas con las que fueron convocados
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Hace 4 horas
1 comentario:
Señor Basombrío:
En realidad no hay que hacer mucho esfuerzo para entender la lógica de Alan García: quemar a todos sus opositores o sus posibles sombras. Vea su "lista de muertos": Jorge Del Castillo, Florez Araoz, Yehude Simon, Luis Castañeda, los ministros, el Congreso y faltan aún muchos más por delante. Todo aquel que en este momento intente competir con su imagen de "único salvador de la patria contra el peligro chavista" será hundido mediante sus ingeniosas estratagemas. Significa que seguiremos viendo pasar el desfile de cadáveres políticos mientras él, desde el balcón, estará gritando: "Ven, amigos de la Confiep; ese no era el elegido".
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