A muchos nos sorprendió en su momento que Yehude Simon aceptara ser Premier de Alan García.
Ser el Presidente del Consejo de Ministros no es cualquier cosa. No me refiero a la indudable y obvia importancia del cargo, sino al nivel de compromiso, cercanía e identidad que quien lo ejerce debe tener con el Presidente de la República que lo nombra.
Más allá de las diferencias ideológicas, las que cada vez me preocupan menos como elemento para partir aguas en la vida pública, pensaba que en formas de ver la política y en valores había diferencias sustantivas entre García y Simon.
Parecía que era como mezclar el agua con el aceite. Que iba a haber fricciones y hasta encontronazos. Que la cosa no podía durar.
No los ha habido y la cosa sigue. Casi cinco meses después quizás la respuesta es que había más empatía y sintonía de la que realmente se pensaba.
¿García cambió? Diera la impresión que más bien fue Simon. O que lo conocimos mejor.
Algunos ejemplos. Aceptó el veto del fujimorismo (¡que lo tuvo 8 años preso!) a un candidato a ministro que él proponía. Firmó una propuesta de ley al Congreso que permitía clausurar cualquier sociedad que amenazase el orden público o las buenas costumbres. Acusó a las ONG de derechos humanos de no entender a los militares y ser tolerantes con los terroristas. Firmó un proyecto de ley para sancionar a los medios que difundan documentación que las fuentes hayan obtenido ilegalmente (en otras palabras, para que no se hubiese podido difundir el “faenón” de León Alegría de haber estado vigente). Ha avalado el rechazo de una donación del gobierno alemán para hacer un museo a la memoria a las víctimas del terrorismo y el crimen de Estado. En muchas cosas luego se ha retractado o retirado la firma, pero como que ya son muchas, para ser casualidad.
Pero mucho más relevante que las críticas a lo que ha hecho o dicho es lo que no ha ocurrido. Lo principal del drama político del Premier es que no está pasando nada.
Se puede tener opiniones encontradas sobre las políticas de los primeros ministros en el Perú luego de la restauración de la democracia, pero cada uno a su manera tuvo una importancia central en sus respectivos momentos. Javier Pérez de Cuéllar, Roberto Dañino, Luis Solari, Beatriz Merino, Carlos Ferrero, Pedro Pablo Kuczynski y Jorge del Castillo fueron importantes en las decisiones de políticas y en la interlocución con el presidente.
En cambio en este caso, la nada o el casi nada, resumen el premierato Simon.
Se subió al gobierno con el explícito y nada oculto propósito de hacerse popular y conocido de cara a su candidatura al 2011. Casi cinco meses después ya lo conocen hasta las piedras y en las encuestas no pasa del 2% de intención de voto. Su aceptación es incluso inferior a la de Alan García.
En términos de gestión de gobierno uno se pregunta en dónde está “el sello Simon”. Se suponía que su principal aporte debía ser el dar un giro fundamental a la lucha contra la corrupción. De eso queda un documento pomposamente entregado en diciembre pasado y punto.
Por su parte Alan García lo deja hacer en temas más o menos marginales, mientras dobletea como primer ministro. No le conviene un cambio… por ahora. Simon le sigue siendo razonablemente funcional y no habría por qué sacarlo… aún.
Simon está también cada vez más solo en el gabinete. El APRA ha regresado con fuerza -según él, por su iniciativa- y es casi unánime la percepción que Cabanillas ya mira a la PCM… y no tan de reojo.
Está solo también en la arena política. Su iniciativa de un frente entre la “izquierda responsable” y el APRA, no sólo es desubicada en el tiempo y contradictoria con las prioridades a las que debiera estar dedicado, sino que ha sido respondida con un portazo por casi todos los posibles interlocutores. Para lo único que ha servido es para darle tribuna fácil y gratuita a Ollanta Humala.
Es verdad que el APRA ha tenido algo más de condescendencia, le ha dado una palmadita en el hombro y le ha dicho “es prematuro, pero vamos a ver”. Incluso Alan García, ha respaldado la propuesta, con lo que Simon deben ser el catorce o el quince en la lista de poliíticos que han recibido su pormesa de apoyo para el 2011.
Surge una pregunta elemental, una que Simon debió hacerse antes de lanzar una iniciativa tan descabellada: ¿por qué el APRA necesitaría ponerse detrás suyo el 2011?
Yehude Simon era un buen presidente regional, con imagen de eficiencia y honestidad y con proyecciones políticas relativamente importantes. La ambición de poder lo cegó y cruzó el Rubicón. Lo terrible es que no había nada del otro lado.
Simon no se está quemando en la PCM, se está desvaneciendo.
4 comentarios:
Si tienes razon se desvanece poco a poco ...
Lástima y pensar que alguna vez pensé votar por el en caso el fuera candidato.
Saludos
Cuando logro ser el lider de los presidentes regionales y negociar con el gobierno el tema de los Maestros y etc. dije este va para presidente, como una alternativa frente a luis castañeda, pero se me cayo cuando entraal poder y no hay cambios significativos, que pena otro lider mas con cuerpo de plata y pies de barro
Soy chiclayano y he votado todas las veces por el Señor Yehude cuando ha postulado como presidente regional, entre otras razones, porque aca el apra nunca hizo nada trancedental cuando ha estado al mando del departamento, solo cumplía una labor de "frigider" de nuestras aspiraciones legitimas.
Voté por Yehude porque no era oposición obtusa, ni corruptela aprista conocida (Que digase de paso la maquinaria aprista que buscaba algun favoritismo emigro a Piura, donde si gano el apra).
Ahora, Yehude ya desvaneciendose ante los ojos lambayecanos, quien podria ser presidente regional? Quiza algo tiene que ver la propuesta del etenano Javier Velasquez quien ve este vacío en mi Región.
Ojala mis paisanos no caigan en el juego. Al final, en politica nada es de casualidad.
saludos
Lo hechos trascendentales en la política necesariamente están relacionados a la independencia con que uno ejerce el cargo. Históricamente el APRA poco o nada le ha importado el desarrollo integral de nuestra sociedad. Por tanto, dentro de un gobierno Aprista, quienquiera que este de ministro no tendrá la independencia del caso para imponer su propia identidad política. El canibalismo político, debido al incremento aritmético de la corrupción y la incapacidad de ser gobierno para las mayorías, es lo que prima en el momento gubernamental del Aprismo. Yehude en estas condiciones no tiene el respaldo necesario ni menos el espacio para imponer su criterio. Por lo tanto Yehude se esta equivocando en sostener y empujar una carro que no anda. Como dices en el otro lado no existe nada, solo motivación para evaporar a Yehude.
Publicar un comentario